A pensión completa

INMEDIATAMENTE después de cerrarse bruscamente el ilusorio proceso de paz, se ha abierto la veda de presos. ¡Todos a la cárcel! como en la película de mi viejo amigo José Luis Berlanga. Estábamos preocupados por la dieta del acreditadísimo asesino De Juana Chaos, que decidió hace mucho no obedecer ningún régimen, ni siquiera el alimenticio, pero eso ha pasado a segundo término. Ojalá todo los seres humanos pudieran dejar de alimentarse cuando les diera la gana, o sea, cuando no tuvieran ganas de comer. Una gran mayoría carece de libertad para optar por esa opción, la prueba es que el G-8 va a aportar 44.000 millones para luchar contra los males de África. El primero, antes que el sida y la malaria, es el hambre congénita y heredada de sus mayores. Pero a lo que íbamos ¿ampliamos las cárceles o encerramos a menos gente? La fulminante detención de Otegi, decidida por el Tribunal Supremo, va a suponer un endurecimiento del juego, pero lo que es peor: va a demostrar que con los terroristas no se juega. «Vendrán más años malos y nos harán más ciegos», que dijo Rafael Sánchez Ferlosio, ese genio intermitente, que sabe que el presente no se pone en manos del futuro «como una viuda ignorante». Eso de que en Villa Candado está entrando tanta gente a pensión completa creará problemas de alojamiento. Allí se van a juntar nacionalistas delirantes y golfos de levita, como el recién ingresado traficante sirio Al Kassar. En la celda contigua a la que ocupa cualquier orate que crea que el mundo se mejora matando a alguno de sus pobladores, estará este señor que no ha matado nunca a nadie, que se sepa, y se ha limitado a traficar con armas para que se ocupen otros de eso. En todo caso, lo preocupante es que se ponga a las puertas de las prisiones e cartel de «completo». 1397124194