La paz de las 48 horas

UN ALIVIO de imagen como el logrado por Zapatero y Rajoy este lunes es bastante fácil. Sólo se necesita voluntad: un poco de cortesía, rebaja de tono, buena disposición, renuncia provisional a la crítica y compromiso de no meter ese día el dedo en el ojo del adversario. Eso es lo que hizo Mariano Rajoy con una generosidad que es tan justo reconocer como anotar la busca de rentabilidad de imagen. Pasado un día más desde el encuentro y digerida la sorpresa por la amabilidad del discurso, mantengo la tesis de la «solución Lampedusa» de cambiar para que nada cambie y amplío la conclusión: Zapatero tendrá apoyo puntual del PP en aquello que a este partido le guste, y discrepancia asegurada en los asuntos de discordia. Por tanto, la paz va a durar aproximadamente 48 horas más: el plazo para que el gobierno decida, o no, acudir a los tribunales para ilegalizar ANV o impedir que sus concejales electos tomen posesión. El tiempo corre imparable, y hay que hacerlo de forma inmediata, porque las corporaciones se constituyen el sábado día 16. Fuentes del PP consideraban ayer «gravísimo» que esos concejales ocupen sus puestos; que cuatro años después una Batasuna camuflada vuelva a los ayuntamientos y que el gobierno no lo haya querido ni lo quiera evitar. Si esta crónica fuera un parte meteorológico, diría que estas frases anuncian una fuerte borrasca procedente de Euskadi, que puede anular los efectos de la bonanza de estos días. Pero hay más. En estos días también habrá que decidir qué mayoría de gobierno se forma en Navarra. Y aquí no estamos ante un simple pacto de gobierno, sino ante una opción de carácter casi constitucional: el Partido Socialista de Navarra, que es PSOE y no un aliado temporal, tendrá que optar entre dejar gobernar a un constitucionalista o aliarse con quienes propugnan la unión con Euskadi para presidir el gobierno a pesar de ser la tercera lista por número de votos. ¿Se imagina alguien que esa posible solución, aunque se haya dejado la alcaldía de Pamplona a UPN, mantendrá el tono amable del señor Rajoy? No puede ser y además es imposible, que decía el torero aquél. Y el tercer nubarrón viene del pacto antiterrorista. Se supone que hoy el presidente del gobierno inicia contactos con los grupos parlamentarios para buscar un acuerdo más amplio. Rajoy ni siquiera le planteó este tema en su encuentro: no quería que fuese tema de discordia. Pero, si Zapatero emprende un viaje que destroce ese pacto, ¿qué creen ustedes que hará Rajoy? Todo, menos aplaudir. Con todo ello sobre la mesa, no prejuzgo nada. Sólo digo que si el buen tono se mantiene más allá del próximo fin de semana, hago lo contrario de aquel popular hombre del tiempo: me dejo bigote.