Habemus plan

A LAS dificultades habituales para colocar un titular que tienen las artes escénicas se le suma el complejo panorama político nacional y los conflictos con la nueva Ley del Cine, en la que nuestra flamante Ministra de Cultura -posiblemente una de las más torpes de la democracia- ha conseguido ella solita poner enfrente a los colectivos que hace tres años tenía detrás. Con ese panorama, los avances conseguidos en el Plan General de Teatro han quedado totalmente oscurecidos. Y, sin embargo, el Plan más riguroso y consensuado de la historia del teatro español es una realidad. Después del verano, cuando las comunidades autónomas tengan sus gobiernos asentados, será presentado en sociedad, espero que con la difusión que este enorme esfuerzo se merece. Su puesta en marcha supondría una auténtica revolución para el sector, aunque seguramente su largo proceso de redacción haya sido ya un avance de una trascendencia hasta ahora desconocida. El documento final del Plan, en sus más de 160 páginas, su completo diagnóstico de la situación y directrices de acción, tiene la virtud de venir avalado por la totalidad de las asociaciones profesionales del sector teatral español (redes, autores, ferias, salas alternativas, productores, actores, distribuidores...) salvo la de directores, que se ha descolgado recientemente con un personalista proyecto de Ley de Teatro que hubiera sido magnífica de haberse aprobado en 1979. Un plan que aparece en un momento de cambio de responsables políticos locales que deberían conocer este documento antes de tomar peregrinas y caprichosas medidas (también en nuestra provincia) contrarias a la estabilidad del sector.