Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Cenizas del fuego leonesista

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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EL FIN último del fuego son las cenizas. En la noche de San Juan se rindió culto al fuego. Pero más cenizas que las hogueras está dejando el pacto político entre socialistas y leonesistas para gobernar el Ayuntamiento de León. Ahora ha sido Alfonso Guerra el que ha metido baza. El equipo de gobierno municipal está consiguiendo que se reconozca a nivel nacional que existe una «cuestión leonesa» pendiente. Este reconocimiento es el primer paso para encontrar la solución. Para los desmemoriados conviene recordar por qué y cómo hemos llegado hasta aquí. En 1980, Rodolfo Martín Villa, ministro de la Gobernación, soñó que podía ser «el sucesor del sucesor» de Adolfo Suárez. Para apalancarse le convenía presidir transitoriamente una de las comunidades autónomas. Pensó que uniendo Castilla la Vieja y León, él sería más fuerte para alcanzar sus propósitos. De la noche a la mañana, la UCD leonesa cambió la propuesta autonómica que se venía barajando. Mientras tanto, en Madrid, Martín Villa convencía a Carrillo, con algún intercambio de cromos por medio. Una vez puestos de acuerdo, llamaron a Gregorio Peces Barba, ponente constitucional y diputado socialista por Valladolid, que acogió la idea con entusiasmo. Y con el plato ya cocinado, se lo presentaron a los jefes políticos: Fernando Abril Martorell y Alfonso Guerra, quienes lo aprobaron y declararon de obligado cumplimiento. Item más: inventaron la coartada de la razón de Estado. Así fue cómo, sin debate político en León, al margen de la opinión de la mayoría de los leoneses, nuestros ayuntamientos, encabezados por el de la capital, presidido por Juan Morano, y finalmente la Diputación Provincial, presidida por Julio César Rodrigo de Santiago, votaron por abrumadoras mayorías la integración en la nueva comunidad. Las votaciones fueron a la búlgara: por unanimidad lo que mande el jefe de Madrid. Siempre con una excepción: la de Alianza Popular, entonces presidida por el recién fallecido José María Suárez. Conviene recordar esto porque las comunidades autónomas actuales han nacido de una Constitución y tras el pronunciamiento de ayuntamientos y diputaciones provinciales. Y conviene recordar también que, simultáneamente, viendo que se desnaturalizaba Castilla la Vieja, las instituciones de Santander y de Logroño, decidieron no incorporarse a esta comunidad autónoma. Optaron por ser comunidades uniprovinciales. Todavía están en activo políticamente protagonistas de aquel momento: Juan Morano, Pano Elías o Ramón Ferrero. Podrán corroborar este resumen sucinto. Lo que importa ahora es destacar que lo que los representantes leoneses aprobaron en una ocasión, puede ser revocado por las mismas instituciones si responden al sentir mayoritario de los ciudadanos, que son y deben ser, la última razón de cualquier posicionamiento político. El debate va a continuar inevitablemente. Y por eso mismo empieza a resultar clamoroso un silencio: el del PP leonés, que ni puede ni debe mantenerse al margen del mismo. Cometería un grave error si dejara que Fernández Mañueco les tapara la boca o hablara en su nombre.

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