El coche fantástico

ERA UN Ford Focus, pero su destino no era llevar a sus pasajeros a cualquier parte, sino llevar al cielo a algunos peatones. No se sabe con precisión, ya que nunca nos ponemos de acuerdo en cuanto a explosivos, si transportaba cien mortíferos kilos o ciento treinta bien despachados. Sólo podrán aclararlo los que lo abandonaron antes de cumplir su misión. La policía sospecha que se trataba de un envío a través de Portugal para la llamada 'campaña de verano'. Cervantes decía que «en la canícula ardiente está la cólera a punto», pero a los terroristas etarras les traen sin cuidado las estaciones, aunque se haya demostrado que no participaron en el monstruoso atentado de la estación de Atocha. A Andalucía han llegado a la vez el calor, la calor y las calores, que son cosas distintas, pero también han llegado algunos asesinos, buscando el momento propicio para demostrar que contra las vocaciones fuertes hay muy poco que hacer. Algunos no han tenido que venir porque ya estaban aquí. Son los componentes del 'comando estable', cuyo propósito es desestabilizar la vida española, que sería la mejor de las posibles si no hubiera asesinos itinerantes. Aquí en el sur, junto a la arena caliente que según García Lorca pide camelias blancas, están viniendo en tropel los turistas. De los autocares se bajan «viejas de ambos sexos» que vienen en busca del sol vitalicio. El mar está más azul que nunca, o sea tan azul como siempre, y los niños insisten como en todos los veranos en demostrar que todo el mar cabe en sus cubos de plástico. Lo único malo son las medusas, que vienen a ser una aviesa variante del chicle venenoso. Tienen el aspecto de una bomba traslúcida, inventada por un enemigo de Neptuno. Pero las medusas son inocentes. Los peligrosos son los del comando estable.