Diario de León

DESDE LA CORTE

Sin sentimiento de país

Publicado por
FERNANDO ÓNEGA
León

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AHORA que han pasado las emociones, volvamos al examen de los hechos, como penúltima aproximación al atentado de Líbano. ¿Qué ha ocurrido? Un crimen terrorista. ¿Quién lo ha cometido? Un grupo de Al Qaeda o vinculado a esa internacional del terror. ¿Contó con colaboración libanesa? Si la hubo, no ha sido de las guerrillas de Hizbulá, formadas por chiíes, que son los musulmanes más castigados por las acciones de Ben Laden. ¿Se pudo evitar tanta muerte? Quizá sí, si se hubiera dispuesto de inhibidores. Pero, por los fallos que sean, esos aparatos no están instalados. Y ahora, además, los terroristas lo saben: saben que ningún ejército desplegado en Líbano tienen esos instrumentos de prevención. A la sociedad le produce perplejidad la cantidad de inhibidores que hay en coches oficiales, y no lo tengan quienes arriesgan su vida en esas misiones. Esos son los hechos. Sin embargo, y siguiendo tradicional costumbre, en la política española se nos ha presentado un debate -con último episodio en la sesión de control del Congreso-donde se ha producido todo lo contrario al comportamiento de un país maduro. Lo que distingue a una nación estable, forjada en consensos básicos y solidaria ante los compromisos internacionales, de una que se mueve a impulsos de egoísmo y confrontación, es, como digo, lo contrario de lo visto y oído estos días en España. Y no hablo sólo de la clase política, que esté metida en celo electoral. Hablo de los intérpretes de la opinión pública, que son los medios informativos. Sobre Zapatero han caído todas estas acusaciones: no tiene sensibilidad ante las víctimas; considera al ejército una hermanita de la caridad; niega a las víctimas el honor de un distintivo rojo, y engaña al país con su negativa a considerar que Líbano está en guerra. Falta decir que el señor Zapatero es el causante del atentado. Sobre Rajoy, a su vez, cayó el reproche de que trata de lavar su conciencia por la memoria de participación en la guerra de Irak o trata de aprovechar unos cadáveres para crecer electoralmente. Todo esto es un dislate, de un lado y de otro. Y lo malo es que no ocurre ahora. Aznar y su ministro de Defensa Federico Trillo sufrieron algo parecido cuando se produjo el accidente del Yak 42. Aquellos cadáveres fueron utilizados con una intencionalidad política que todavía hoy impresiona. El señor Zaplana lo recuerda para vendernos que ellos no harán nada parecido, pero lo hacen, directa o indirectamente. No hemos cambiado nada. En vez de discutir en serio el papel de España en el exterior, nos dedicamos a arrojarnos féretros a la cara. ¿Qué demuestra esto? Que tenemos una clase dirigente que no tiene sentimiento unitario de país. Sólo tiene ambición.

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