EN DERREDOR
Violencia de género y autorregulación
LA FATÍDICA cuenta de la violencia de género en España ha rebasado la barrera de los 40 casos en este año, coincidiendo con el propósito gubernamental de excitar a los medios de comunicación a que se autorregulen para tratar esta lacra. Después de dos años de la Ley Integral contra la Violencia de Género y la aplicación de otras medidas, el poder político acaba de desplegar casi una treintena más de iniciativas, porque las decisiones iniciales están lejos de acabar o cuando menos limitar el problema. En este contexto, algunos medios de comunicación especialmente sensibles, han recibido el anuncio del protocolo para procesar la información, como un intento del Gobierno de quitarse el fracaso de encima y buscar un chivo expiatorio en los soportes informativos. Hablar así, genéricamente, como se hace, no refleja la realidad. Ante los fenómenos de violencia, al igual que ante otros muchos, las reacciones de los medios de comunicación son ciertamente dispares y en consecuencia unos se sitúan entre los factores que complican los temas de violencia y otros vienen a favorecer su eventual desaparición. Incluso globalmente no es igual el trato de diarios, emisoras de radio y estaciones de televisión. Con todas las excepciones que quepa hacer, la mayor preocupación viene dada por las televisiones, donde suele haber más frivolidad. Dicho lo cual es evidente que la autorregulación, de llegar, abordará la situación de sujetos en posición muy distinta. Y que nadie espere que, de alcanzarse tal acuerdo entre los profesionales de la comunicación, la aplicación de las resoluciones que se adopten va a ser como el bálsamo de Fierabrás. El de la violencia de género es un problema multicausal para el que, a la vista de los escasos resultados que ofrecen las medidas que se toman, parece evidente que todavía no conocemos todas sus raices. Excepto quienes tienen el beneficio de la simplificación y sitúan la culpa en los bancos del Gobierno. Como con la lluvia.