Diario de León

DESDE LA CORTE

Ponga un nacionalista en su vida

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FERNANDO ONEGA
León

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SI EL MARTES fue el día del mano a mano Zapatero-Rajoy, ayer fue el día de los nacionalismos. A veces perdemos perspectiva de cantidad de partidos nacionalistas que tenemos en este país; pero, al verlos así, desfilando por la tribuna, son de lo más florido, plural y entretenido. Con la excepción de Izquierda Unida, todas las minorías llevan algo de nacionalista en el carné de identidad. Pero hay que hacer justicia: nadie le gana a Cataluña. Entre los grupos de Convergencia i Unió, Esquerra e Iniciativa-Verdes, ocupan medio debate. Lo cierto es que esas minorías decidirían el futuro de la nación en caso de empate electoral entre los partidos Socialista y Popular. Su tono tiene, por tanto, interés de futuro. ¿Y qué mensaje nos han dejado? Que, si tuvieran que optar entre llevar en andas a Zapaterio o Rajoy al palacio de La Moncloa, la inmensa mayoría optaría por Zapatero. Rajoy tiene que superar ante ellos -porque son de izquierdas o porque juegan con la peor memoria histórica de la derecha-todas las reticencias y prejuicios, y hacerlo a base de cheque, que es como se entienden las alianzas políticas. Segundo mensaje: han acentuado su tono crítico hacia el gobierno. Al principio de la legislatura eran como las parejas recientes: todo caricias, arrumacos y esperanza de felicidad. Ahora, unos están en el desengaño, otros en la decepción, y la mayoría practicando alguna forma de desenganche, como hacía siempre Pujol, porque tienen que tener mensaje propio en la próxima contienda electoral y demostrar que no están entregados al poder de Madrid. Hasta los matrimonios políticos terminan por ser aburridos. Y, como panorama de fondo, algo que hemos anotado en debates similares: ¡ay de la comunidad autónoma que no tiene un partido nacionalista o, por lo menos, regionalista! Nadie se acuerda de ella. El nombre de Galicia ha salido porque lo sacó el diputado del BNG Francisco Rodríguez. De lo contrario, los gallegos sólo nos podríamos dar por aludidos en las expresiones genéricas y poner cara de beneficiados cuando se habla del tren de alta velocidad. ¿Y qué me dicen de Castilla y León? ¿Alguien está seguro de que exista? Yo no escuché ese nombre en todos los largos discursos. Una de dos: o los partidos de cobertura estatal se acercan a las regiones, o llegará un momento en que la única forma de que el Congreso sepa que existe la periferia será tener un partido propio, que, naturalmente, invoque de vez en cuando la autodeterminación o algo parecido. Sólo en ese caso las caras se vuelven, los ojos miran y los oídos escuchan. Así que todos a por un partido propio. O varios, como Cataluña. Es la única forma de hacer llegar a Madrid las inquietudes de la España real.

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