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TRIBUNA

El 1.100 aniversario y los conseguidores

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MIRANDO en el espejo retrovisor del octavo centenario de las Cortes de Alfonso IX, orquestado desde el ente autónomo que tanto se preocupa por enmascarar todo lo leonés, me permito proponer a los leoneses que «pongamos las barbas a remojar». No en balde, lo que se consigue ver ni puede gustarnos ni podemos permitir que sea repetido. La castellanización de aquél fausto acontecimiento netamente leonés, haciéndolo castellanoleonés sin el más mínimo pudor político, fue una jugada maestra de quienes, a sueldo del ente, se preocupan de anular lo nuestro. ¡Ah!, y no puedo dejar sin decir, y más aún, remarcar, que fueron apoyados por personajes de aquí, de León, que nos exigían a los leoneses que tomáramos la historia, nuestra historia leonesa, con las pinzas de la más rigurosa de las asepsias, en tanto en el ente, sin rigor, a empujones, nos están escribiendo otra historia. ¿Qué ejemplo de esto último puede ser recordado y fácilmente comprendido? Pues señalemos, cómo se preocupaban algunos historicistas de León, en destacar que la cita de los representantes de los ciudadanos leoneses a las Cortes de 1188, era cuestión de una simple petición de dinero para las arcas del reino. Vamos, que el rey, autolimitando su poder, y convocando al pueblo a sus Cortes, ni rompía moldes, ni deberíamos «venderlo», difundirlo, como un hito de incipiente parlamentarismo. ¡Pedir el rey dinero a nuestros antepasados!, ¡¡que horror!!, ¿acaso ellos, los historicistas, no contribuyen al igual que todos los conciudadanos a engrosar las arcas del fisco actual que nos controla? Aunque claro, su labor era minimizar y minusvalorar la presencia del pueblo leonés en aquéllas Cortes. Pero el espejo da para más, a poco que uno se preocupe en mirar con detenimiento. Así se puede ver a los políticos locales: muy en primer plano a los de la capital leonesa, que lo fue del Reino de León, enzarzados en el purito de la primacía, personal y partidista, de un plan para el 2010. Mucho nos tememos que pensando tan sólo en los votos que ello les puede acarrear. He ahí la clave, su clave. Sobre ello volveremos Llegados a este punto, lo lógico es preguntarse ¿qué debemos y queremos conmemorar los leoneses? Por supuesto, no es la fecha escueta de un natalicio, el del origen del Reino de León, cuando el coronado García I hace 1100 años lo propició; se nos quedaría corto, algo que sin duda en el ente agradaría; de modo que intentarán forzar a través de su Fundación Villalar, dejarlo reducido a simple anécdota. Pero hoy no estamos dispuestos a tolerárselo. Aunque no han de faltar tampoco, para esta ocasión, otros de los que hemos llamado historicistas leoneses que se brindarán a ayudarles en la tarea obstructiva y destructiva. Es algo más profundo lo que los leoneses nos merecemos. Si nos planteáramos, por ejemplo: hacer resurgir las esencias de la evolución de los leoneses como pueblo histórico, ¿nos equivocaríamos? Desde el movimiento asociacionista cultural leonés, leonesista si se prefiere, afirmo sin temor a errar que no. En la medida que los leoneses dejemos aflorar el sentimiento regional leonés, el de pueblo histórico diferenciado, y nuestra voluntad colectiva de querer seguir siéndolo, estaremos dando al acontecimiento una profundidad inusitada, pero realista, y de nuestra propia responsabilidad. Aunque ése sentimiento debió haber sido cultivado por nuestros políticos, si es que se consideran leoneses, y en cambio con su anuencia el ente lo está asfixiando, a nosotros, al pueblo, nos compete demostrarles su error. Algo debemos tener claro los leoneses, el acontecimiento histórico ha de recibir un tratamiento de dimensiones nunca vistas en León capital, en León provincia, en León Región y por extensión, en otra medida, a lo que fue el Reino de León. Por ello el estudio, preparación y realización ha de estar en manos de leoneses, y, sin miedo al término, ejecutado con criterio sentimental leonesista. Si como ya dijimos, hay que vigilar el papel del ente; la asunción, por parte de la Diputación Provincial, del compromiso de planteamiento, negociación y desarrollo de «un programa de actos», debemos negarnos a que esto sea sólo así, y de carácter exclusivamente político. La Comisión rectora debe ser mixta, esto es, compuesta por políticos, expertos y técnicos. Un Equipo promotor ágil, fiable y ¡leonés! Mas lo queramos o no, esos paisanos nuestros dedicados al arte de la política, por ésa su actividad, son conseguidores necesarios, imprescindibles. Y, para la ocasión debemos exigirles que se olviden de celos y recelos entre ellos, precisamente por ser un acontecimiento histórico que nos debe colocar a los leoneses en el lugar del que nunca debieron hacer abstracción u olvido. ¡Es tan dudosa la credibilidad de nuestros políticos¿! Fuera de campaña electoral la amnesia parece invadir todos sus actos. Pero esto será objeto de una futura reflexión.