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CON VIENTO FRESCO

Educar a la persona y al ciudadano

Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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EL FINAL DE CURSO ha terminado con una agria polémica entre el gobierno y la Iglesia sobre la nueva asignatura, que aquel impulsa, de Educación para la ciudadanía, polémica que no ha hecho más que empezar; pues se ya habla de recursos, objeción de conciencia de los padres y los centros ante lo que los católicos consideran una intromisión del Estado en la formación moral de la conciencia. En la prensa hay ya muchos artículos de opinión favorables o en contra de tal asignatura, con posturas cada vez más encontradas e irreductibles, aunque me parece que hay muy pocas de verdaderos docentes. No he leído nada, por ejemplo, a cerca de que, en realidad, desde hace muchos años, con la Logse y ahora con la LOE, es ya una materia transversal. Ningún profesor, sea de la materia que sea, deja de formar a sus alumnos en valores democráticos y constitucionales. No es, por tanto, esa la cuestión que se dirime -educar en valores democráticos y constitucionales-, sino la pretensión del gobierno Zapatero de imponer como obligatoria una asignatura en la que, además de aquellos valores, se inculquen otros a niños y jóvenes que son hoy polémicos y que enfrentan, en definitiva, a la sociedad. ¿Porqué esa asignatura ahora? En el fondo subyace algo inaceptable: que no son los padres, sino el Estado a través de la escuela, la que debe formar la conciencia moral de los ciudadanos. Pero es evidente que no puede recaer sobre los maestros y profesores una tarea que debe ser asumida por el conjunto de la sociedad, empezando por la propia familia. El Estado, sino quiere caer en el totalitarismo, no puede imponer en una sociedad plural, una ideología política y una moral cívica igual a todos los ciudadanos. Eso era lo que hacía el franquismo con aquella asignatura de Formación del espíritu nacional, tan denostada, y por otra parte tan incapaz de imponer un pensamiento único porque la sociedad era mucho más plural que el régimen político. Si el gobierno socialista, como parece, no busca una uniformidad totalitaria, esta Educación para la ciudadanía es el signo del fracaso de la política educativa de la escuela pero también de la sociedad española. Ese fracaso social se manifiesta en algunos datos que, por cierto, han pasado desapercibidos o han sido ocultados interesadamente, en el pasado debate sobre el Estado de la nación por todos los partidos políticos. Por ejemplo: España es el primer país consumidor de cocaína del mundo, incluso por encima de USA, y esta droga no es la de mayor consumo en España pues aún la supera el hachís o el alcohol (el botellón que los jóvenes realizan con la complacencia de algunos ayuntamientos y ciertos partidos políticos). España es también el país en el que más ha crecido, en estos últimos años, el número de abortos, especialmente entre las jóvenes, según un reciente estudio; por no hablar del número de separaciones y divorcios, verdaderamente alarmante; los cotidianos casos de violencia doméstica; el fracaso escolar que denuncia el informe Pisa, etcétera. Todo ello muestra un panorama poco halagüeño, en el que se intuye el fracaso de las políticas educativas del PSOE y el PP. Una asignatura de Educación para la Ciudadanía por si sola no logrará solucionar estos problemas, cuando vemos cómo se rompen y desestructuran las familias, cuando los valores socialmente imperantes, transmitidos por ciertos medios de comunicación son los un individualismo insolidario, una competencia salvaje, un hedonismo ciego y un relativismo moral asfixiante. Creo que el Estado debe educar a sus ciudadanos desde una perspectiva ética y moral, pero no es una competencia exclusiva del gobierno sino de muchas instancias como la familia, la escuela, las organizaciones sociales y sindicales, la Iglesia; es una tarea compartida con el objetivo de formar primero mejores personas y luego ciudadanos ejemplares. Un Estado laico no debe ser beligerante con la Iglesia y los valores que defiende, ambos son necesarios para el bien común.