La realidad no es milagrosa

EN LAS dos últimas semanas, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españolas, y también las francesas, han detenido a una decena de etarras. Alguno ya había puesto en marcha el cronómetro para cometer atentados. Entre los detenidos hay un pez gordo de la banda: el jefe de logística y explosivos. Toda la sociedad española se ha sentido reconfortada por esta cadena de detenciones y por la eficacia de la policía, de la guardia civil, de nuestros servicios de inteligencia en Francia y también de la gendarmería gala. Sin embargo, algunos han sido incapaces de mostrar esa satisfacción y agradecer públicamente los servicios que prestan. La semana que hoy concluye ha sido demencial. La abrió Astarloa diciendo que ETA estaba más fuerte que nunca y culpando al Gobierno de ello. Es decir, dándole ánimo a los terroristas y desmoralizando a quienes los combaten. En la misma línea, pero más gruesa, salió a continuación un botarate, diputado por Guadalajara, de cuyo nombre no quiero acordarme, echando sobre la chepa del Gobierno la responsabilidad por haber rearmado a ETA. Detrás vino el inefable José María Aznar, repitiendo sus sinsentidos como un autista. Y ya, cuando no quedaba más remedio que afrontar la realidad de la eficacia policial, compareció Mariano Rajoy. No tuvo más remedio que reconocerla, pero colgándole el latiguillo de «milagrosa». Lo que hay en el fondo de esas declaraciones continuadas, elogiando la fortaleza de ETA, es la preparación propagandística del terreno para culpar al Gobierno del próximo atentado o muerto que ocasionen los terroristas. Así de simple y de innoble. Pero volviendo a las palabras de Rajoy: es posible que al calificar de milagrosa la actuación de la policía y de la guardia civil, haya tenido un rasgo de sinceridad. Porque después de meses y meses de negar la realidad y propagar fantasías, no es de extrañar que la realidad les parezca un milagro. Cuando se ha inventado desde el partido conservador, sus peones y sus mariachis mediáticos que detrás del atentado del 11-M estaban policías y guardias civiles; cuando se ha ridiculizado e intentado desacreditar por esos mismos facinerosos al heroico Tedax, que con sus simples manos desactivó la mochila que permitió coger el hilo del ovillo de los autores; y cuando, en fin, se ha intentado linchar y se les ha llamado «Gestapo» a los policías que tomaron declaración a los agresores de un ministro del Gobierno de España, no es de extrañar que ahora les sorprenda la profesionalidad y la dedicación de la policía y de la guardia civil. En todo caso, para los que tenemos total confianza en la profesionalidad, en la eficacia y en la entrega de la policía y de la guardia civil, las recientes actuaciones no nos parecen nada milagrosas. Al contrario, nos parecen totalmente lógicas. En cuanto Eta ha puesto en marcha a su comandos, han podido ser detectados y detenidos. Por eso mismo, si alguno de ellos llega a cometer un atentado, con el resultado siniestro que sea, culparemos exclusivamente a los terroristas y seguiremos confiando en las fuerzas del orden y en el Gobierno democrático, sea el que sea, para que detengan a los autores y para que sigan convencidos de que, más pronto que tarde, el Estado de Derecho derrotará al terrorismo.