EL REINO DE LA LLUVIA
Lo primero es lo primero
YA LO SABEN. El gran problema de nuestros ayuntamientos es el sueldo de alcaldes y concejales. Ni el tráfico, ni el ruido, ni los servicios más elementales. El problema es el sueldo de los recién elegidos. Debe de ser más urgencia de lo que uno cree, a juzgar por la prisa que se han dado en tratar de arreglarlo. La pregunta que debemos hacernos no es si un ayuntamiento puede soportar los incrementos disparatados que se han producido en los sueldos de sus alcaldes y concejales. Que pueden soportarlo. Lo que tenemos que preguntarnos es por qué gran parte de quienes accedieron en las últimas municipales a cargos públicos han tomado ésta como acción prioritaria. Y con qué criterios han tomado esa decisión. Porque mira que, después de meses y meses lamentándonos por los desencuentros y enfrentamientos entre nuestra clase política, ahora vemos cómo a la hora de tomar un acuerdo sobre sus remuneraciones, se muestran de lo más complacientes y amistosos. Cómo, después de partirse la cara por cuestiones que afectan a la estabilidad del país y de ser incapaces de llegar a un acuerdo sobre las que deciden la vida de las personas, ahora se cogen del brazo y se hacen cariñitos para llenarse los bolsillos de euros. No vamos a perder ni un segundo en discutir que quien ocupa cargos de responsabilidad debe estar remunerado. Y bien remunerado, porque ese no es el problema de este país. Pero sí hay que cuestionarse dos aspectos de esta remuneración que, visto lo visto en los últimos días, resultan escandalosos. El primero, lo significativa que es la urgencia con la que se han autorremunerado. Lo han abordado como si de una gran fuga de agua se tratase. Y el segundo, y tan importante, que la decisión de fijar las cantidades no quede en las manos de los interesados. O, al menos, que se rija por unas normas mínimas. Lo que no debe volver a producirse es que un alcalde se suba el sueldo el 42% y luego les discuta medio punto a los funcionarios. Lo que no puede ser es que cada cuatro años vivamos el mismo bochorno viendo cómo lo primero que hacen al llegar al cargo es repartirse nuestros ahorrillos.