Propuesta desacertada
La «Deputación» y sus desconciertos Se anunció con esplendor el concierto del domingo por la tarde. La verdad es que merecía la pena incluido el engorro de mi desplazamiento a 30 kilómetros. A las 18,30, empezaron a vender entradas en el vestíbulo de Diputación a unas setenta personas. Entre ellos un servidor. Cuando llevaban una treintena vendidas empezó a llover ligeramente con frío y una brisa incómoda, que hacía prever la no realización del concierto en el patio de la Diputación, pero seguían vendiendo entradas y diciéndonos que no nos preocupáramos que si se ponía inclemente, trasladarían el acto al Conservatorio. Efectivamente se trasladó al Conservatorio, pero cuál sería mi sorpresa que, cuando fui a entrar, no me permitieron el acceso aduciendo que ya no había sitio pues se había cubierto el aforo. Me pregunto: Si sabían que, dados los informes meteorológicos estaba claro que se trasladaría al Conservatorio, si sabían las entradas vendidas, si sabían cuál era el aforo del Conservatorio, ¿por qué se venden las entradas en la Diputación? Estaba claro que había afán recaudatorio. Y si no que me lo expliquen. ¿Está tan necesitada la Diputación para recurrir a este engaño? Al ponerme insistente en querer entrar llamaron a un vigilante armado, que no daba crédito a lo que veía, y para deshacerse de mí me ofrecieron que pasara por Diputación a que me devolvieran el dinero, cosa que no hice, pues la entrada se ha convertido en un documento valioso, dado que a mis descendientes les queda para la posteridad la prueba de que a un pobre antepasado suyo le robó la Diputación de León seis euros. Se puede ser pobre, pero nunca miserable. Se puede ser pobre pero no mezquino, se puede ser pobre físico pero no de espíritu y se puede ser pobre económico pero estando en la Casona no se puede estar si se es pobre de ideas y de organización. Lo del domingo fue una torpe y mal intencionada desorganización o, si me permiten, una desorganización perfectamente organizada. Siempre que entro en la Diputación veo a l obispo Guzmán con el brazo semiextendido, dedo índice y corazón juntos. Pero no sé si bendice o maldice o acusa que, bien visto y siendo espléndido, razones para acusar no le faltan. En el idioma leonés Diputación se dice «Deputación». O sea, relativo a puta o putada y calculo que estando entre leoneses optaron por hacerme lo último. Ya que estamos «en contacto» se me ocurre proponer. Habría que retocar la posición del León en el escudo y ponerlo sentado en un fardo blanco pero lleno de m..., con una pata delantera tapándose los ojos para no ver lo que políticamente se cuece, y con la otra pata delantera taparse las narices, y no por la fetidez del fardo blanco, que es mucha sino, por la fetidez de las decisiones nefastas. Las recientes y las antiguas. Emilio Álvarez Moro. El niño que soñaba con gotas de sangre buena En todos nosotros hay un niño que siempre busca cosas buenas con las que ser feliz y hacer feliz a la gente. En determinados momentos de la vida, en que se presentan complicaciones, eso no ha de cambiar. El niño que llevamos dentro debe actuar en su afán de superar las adversidades. Las alegrías, las amistades, la familia, son factores de compensación que juntándolos día a día hacen que se lleve mejor esto a lo que llamamos «cáncer». Al principio es difícil asimilarlo al ser desconocido, pero en esto no se lucha solo; hay gente preparada que se esfuerza para que lo pases lo mejor posible. Una vez puestos en esto, la lucha empieza. No todo el mundo responde de la misma manera. Es normal, cada persona es un mundo y no todos tenemos los mismos ánimos. Entre sesión y sesión de quimioterapia la cosa mejora, y se reciben noticias favorables que hacen que se vean las cosas de otra manera y nos ayudan a seguir luchando. Como me imagino que luchan todos los profesionales que nos rodean. Personalmente, del 1 al 10, un 10 a todos y todas por todo su cariño y la ayuda que me ofrecen. Estaré siempre muy agradecido. Y no lo olvidaré durante el resto de mi vida. Gracias por todo y a todos, especialmente a la planta octava de Hematología del Hospital de León por sus cuidados. Julián Valero Nogueiro . (*) Hoy hace un mes que Julián ya no sonríe con nosotros. Escribió este texto para ayudarnos a todos. Su madre, Pepe, Raquel y tod a su familia agradecen el cariño de todos los que lo recuerdan tanto como nosotros. Miguel Soto (Zurich).