Un hombre llamado Cavallo

EL TAL Ricardo Cavallo, no con be de burro, ni siquiera con be de caballo, sino con uve de vergüenza biológica, va a tener que enfrentarse con su pasado inmediato. Era de esos que creen que para mejorar la vida en su patria lo primero que hay que hacer es matar a algunos compatriotas. Lo hizo a conciencia, pero no conforme con eso se especializó en la tortura, cosa que requiere unas ciertas condiciones. Todo el mundo sirve para ser torturado, pero para ejercer la profesión de torturador se necesitan aptitudes específicas. El Tribunal Supremo ha obligado a la Audiencia Nacional a rectificar una decisión relativa al enjuiciamiento de crímenes de lesa humanidad ocurridos en el extranjero. ¿Qué es el extranjero? Todos somos terrícolas, pobladores de este planeta suburbano, ciudadanos de este mundo que dicen que creó Dios durante una semana de asueto y que después dejó de su mano. El argentino Ricardo Cavallo era un «represor» y según todos los datos le gustaba serlo. La Corte Suprema argentina ha anulado los indultos a los jefes de la dictadura militar y este fallo permite a la justicia abrir lo que nunca debió cerrarse y continuar los procesos. ¿Cuándo prescriben los crímenes? En mi bien amada tierra argentina desaparecieron 30.000 personas. Que le expliquen a las madres de la Plaza de Mayo cuándo caducan esas ausencias. El ex presidente Menem, que tiene pinta de reventa de localidades del Luna Park, perdonó a todos los asesinos uniformados, desde el pío Videla, a Galtieri, pasando por el siniestro Massera. A gentes como Cavallo habría que perdonarles cuando resucitaran sus víctimas. A ver qué opinaban.