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Publicado por
JOSÉ A. BALBOA DE PAZ
León

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EN EL salón parroquial de la Encina de Ponferrada, al lado de la basílica en la que se exhiben las Edades del Hombre, hay otra exposición de pintura religiosa con el título de «Camino de la Cruz». Se trata de un Via Crucis con las catorce clásicas estaciones en las que se muestra la Pasión de Cristo, desde la condena a muerte por Pilatos hasta el entierro del cuerpo exangüe del Señor en el sepulcro, pasando por las sucesivas caídas con la cruz a cuestas, la ayuda solidaria del Cirineo, la Verónica que enjuga el rostro de Jesús, las mujeres que lloran por Él y la muerte redentora en la cruz. Catorce espléndidos cuadros, de un intenso patetismo y misticismo, a los que se añade uno más: la Resurrección, pues ésta es la que da sentido a la Pasión y al hecho cristiano, porque como decía san Pablo, si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe. Son pinturas de temática religiosa, algo que parece normal y, hasta cierto punto, complementario de esta XIV edición de las Edades, que lleva por título: Yo Camino, análogo a este otro «Camino de la Cruz». Pero la peculiaridad de esta exposición es que no se trata de pinturas antiguas traídas ad hoc para complementar aquella exposición, sino de la obra de un pintor actual, del berciano de origen turolense Luis Gómez Domingo. ¿Qué ha llevado a este artista a lanzarse al ruedo de este tipo de pintura?. ¿Sólo la coincidencia oportuna de las Edades del Hombre? En absoluto. Luis, que hace dos años trató con enorme emotividad y pasión la Batalla de Teruel, es una persona de profundas raíces cristianas, que busca expresar con sus pinturas sus ideas sobre la vida pero también afirmar sus creencias, compartir con el espectador una fe que sólo manifestándose cobra hondura y sentido. La pintura religiosa parece cosa del pasado, aunque D¿Ors recuerda que toda pintura tiene un fondo religioso. España cuenta con una gran tradición de pintura religiosa; todos los grandes artistas, desde la Edad Media hasta Goya, pasando por Berruguete, Morales, El Greco, Ribera, Zurbarán y Murillo han sido pintores de temática religiosa: santos, Cristos, Inmaculadas y escenas de la Pasión han sido repetidas una y otra vez, aunque con soluciones muy diferentes, lo que en cierto modo la hace tan rica y variada. La secularización del mundo contemporáneo ha roto con esa tradición, por ello son raros los pintores contemporáneos que se atreven a pintar cuadros religiosos, aunque algunos, a veces de atormentada fe, nos han dejando espléndidas obras, como Gauguin, Rouault, Nolde o Dalí. Luis Gómez Domingo se une a esa tradición y la moderniza no en los motivos de su pintura sino en la solución técnica y plástica de la misma. Gómez Domingo es un pintor con una obra importante en cantidad y calidad. Con un dominio magistral del dibujo, sus cuadros primeros eran naturalistas y de colorido alegre aunque matizado. Con ellos captó con fruición escenas de la vida cotidiana de la comarca, algunas con motivos religiosos populares, como las procesiones. Hoy aquella pintura ha evolucionado hacia una mayor abstracción y expresionismo, pues lo abstracto en su obra está empapado de una enorme intensidad emotiva. También se han hecho más sobrios en el color, jugando con una gama muy lograda de blancos y grises, como comprobamos en la serie de la Batalla de Teruel, con sus impresionantes campos nevados por los que vagan errabundos soldados y civiles, mientras humean a lo lejos las casas bombardeadas de la ciudad. Ese dramatismo es aún más intenso y acusado en estos cuadros religiosos, con figuras de rostros ensombrecidos, de miradas fugaces e intensas, donde la crueldad de los sayones se contrarresta con la dulzura de la Virgen traspasada por el dolor. Cuadros con técnica de cera encáustica, muy plásticos y matéricos, aunque aquí los grises se matizan con leves pinceladas de color rojo y ocre en los rostros, sobre todo en el de Cristo, y trazos azules en su cuerpo, llagado por los azotes y latigazos, lacerado por el dolor. En definitiva, una exposición que hay que ver.