CON VIENTO FRESCO
Se les fue de las manos
SE LES fue de las manos, me dice un veterinario de una de las provincias afectadas por los millones de topillos que destruyen las cosechas de más de 230.000 hectáreas de Castilla y León, por ahora. ¿Se les fue de las manos el control de la epidemia?, le digo. No, contesta mi interlocutor, se les fue de las manos la epidemia. No te entiendo. Pues está muy claro, afirma el veterinario. Lo que se les fue de las manos fue la propagación de los topillos que ellos mismos echaron al campo. ¿Cómo va a hacer la administración semejante barbaridad?. No es una barbaridad, aunque lo parezca, y tiene su lógica. Además es lo que piensa la mayoría de los campesinos de mi zona, que están sufriendo ahora esa invasión incontrolada de roedores, especialmente en los cultivos de regadío de algunos valles de mi provincia, de Palencia. Las medidas sanitarias y profilácticas, que impiden dejar animales muertos abandonados en el campo, algo frecuente en otras épocas cuando morían por enfermedad ovejas y cabras o ga nado vacuno, están dejando sin alimento a las aves rapaces. Cuando muere un animal doméstico en el campo hay que llamar a los servicios de la Junta, éstos lo recogen y los entierran o incineran. La medida es sin duda buena pero las aves rapaces, que también hay que proteger, no tienen comida suficiente, así que para remediarlo han introducido los topillos para que éstas puedan alimentarse. Lo que ha ocurrido es que con el tiempo lluvioso de esta primavera y del comienzo verano se han reproducido de forma anormal y las aves no dan abasto a comerlos todos. Así la cosa ha terminado en una plaga incontrolada que amenaza los cultivos de regadío, dice el veterinario. No soy partidario de este tipo de teorías conspirativas; soy muy escéptico ante estos rumores difíciles de confirmar. Sé que, a veces, se habla de modificaciones interesadas del clima, de plagas que ciertos países propagan en otros como si de una guerra secreta se tratara; pero hay mucho de ciencia ficción en todas esas teorías, pese a la existencia de un tipo de periodismo muy interesado por ellas. Parece que la explicación para la plaga del topillo campesino, el microtus arvalis, no tiene, en opinión de expertos de la universidad de Valladolid o de Ecologistas en Acción, nada de misterioso. Ciertamente se trata de una plaga pues su número normal es de menos de diez ejemplares por hectárea y ahora se están superando probablemente los doscientos, pero no es una especie invasora en nuestra Comunidad, siempre ha estado presente. Aunque su hábitat natural está en zonas más montañosas, desde hace muchos años se propaga hacia la meseta norte siguiendo el curso de los ríos por la introducción de cultivos de regadío. Pero lo cierto es que a la Junta se le ha escapado de las manos, pues durante meses su actitud ha sido de una enorme pasividad, lo que ha permitido que desde Tierra de Campos el topillo se haya extendido hacia zonas de Palencia, Valladolid y León. Está por ver si con las trampas y raticidas (por cierto, la clorofacinona denunciada por los ecologistas es el veneno, según las organizaciones agrarias, más efectivo; pero ecologistas y campesinos parecen tener intereses contrapuestos) que se están utilizando se pueda controlar la epidemia. Es una verdadera catástrofe y como tal ha de declararse la zona afectada, pues muchos agricultores se verán arruinados por la plaga. La nueva consejera, Silvia Clemente, ha entrado con muy mal pie en esta nueva Consejería y, sin comerlo ni beberlo, tiene un problema de graves dimensiones, que no sabemos si su departamento será capaz de atajar antes de que se extienda a un más y los roedores destruyan todos los culti vos. El año además, sin los fríos rigurosos que diezman estas poblaciones, parece poco propicio para acabar con ella. Por si fuera poco, se denuncian casos de tularemia en humanos, lo que aún puede agravar más las cosas. No es extraño que los campesinos afectados por la plaga estén preocupados y que su irritación llegue hasta los despachos de la nueva consejera.