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Publicado por
CARMEN BUSMAYOR
León

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LOS VIAJES programados , aquellos en que una agencia te lleva de la mano a todas partes, proporcionadores son de lo bueno y bonito de cualquier país. Mas el lado apenas atractivo, duro o desagradable del mismo oculto queda. Tan sólo cuando una se decide a viajar de la mano de su propia mano, que más dificultoso es, y entra en hogares que nada tienen que ver con confortables, suntuosos hoteles, conoce, palpa y a veces ama de forma solidaria la verdad de los nativos vivientes e incluso quizá la de los despedidos del sol y de la lluvia, amén del silbido del viento en los abedules abedulísimos. Y dicho lo cual, digo que estos volubles días a una le ha tocado viajar de su propia mano al país del zar de todas las Rusias y entrar en mundos alejados de los celebrados, famosísimos y concurridos Moscú o San Petersburgo. No obstante, ha podido comprobar que lo mismo que el verano anterior Penélope Cruz sigue parcialmente entronizada en la cartelería de las principales avenidas moscovitas al tiempo que asoma por todos los televisores territoriales como atractiva anunciante de la firma L'Oréal . Mas Pe aparte, España sorpresivamente también se halla presente a miles de kilómetros de la muralla del Kremlin. En concreto en la poblada, metalúrgica y armamentística Nizhni Taguil. Que contar debo que allí mis ojos, abiertos como platos, se quedaron ante un amplio y pluricor cartel taurino ocupante de lugar destacadísimo en el edificio del circo. En fin, que no daba crédito a aquel mihura que casi se salía del cartel. ¿De dónde, cómo aquí el polémico mundo de Manolete, El Gallo, Dominguín, Paquirri, Ignacio Sánchez Mejías, Joselito....? ¡Increíble, requeteincreíble, varios astados a cargo de un torero ruso! Lástima que se hayan muerto ya Goya, Picasso, Heminguay, Dalí, Orson Welles o el mismísimo poeta del amor y otras batallas, Pablo Neruda. Pues un contento a mares les asaltaría el corazón. Hombre, no tan sorprendente, aunque bastante, es el rescate en aquellos lares después de tantos años de pérdida en España del televisivo anuncio del mundialmente famoso Persil. Pues tan detergentina publicidad, ahora, obviamente, distinta, a una la retrotrae a una época movida por el tropel de la blancura nupcial del «Case su ropa con Persil» acompañado por los maravillosos acordes de la Marcha Nupcial de Mendelssohn. Eso y otras cosas, además, se han posado estos volubles días en mi mirada entre trémolos de agrado, descontento, cabreo o análisis reflexivo. Así obligada estoy a comentar que la compañía Ural Airlines mantiene unos aviones, sin entrar en valoración de motores que para bien de los ocupantes hay que creer ciegamente en que son buenos, avejentados, casi con toques de destartalamiento, aunque no así , por suerte para el pasajero, su rival Aeroflot. Eso sí, hay que alabar a las líneas aéreas rusas por mantener con convicción los piscolabis. Que vamos, la cicatería de las españolas no tiene nombre, por mucho que Iberia trate de convencernos de que el mantenimiento de tan provechoso hábito obligaría a la subida de las tarifas. Pues ni que éstas fuesen de módico precio. Lo que no cabe alabanza nunca, jamás de los jamases, es esa lluvia de trabas e, incluso, pásmese, ilegales exigencias con el turista, en parte o en su totalidad encaminadas a que sin remedio sueltes la guita, cuanta más, mejor (corrupción vestida de autoridad). Menos mal que en la embajada española en Moscú está el consejero Jorge de Orueta desplegando mil manos y oídos para que aquellos que andamos dando tumbos por el territorio de Boris Pasternak y su Doctor Zhivago salgamos del desnorte o situaciones más críticas con éxito. Porque este diplomático de ascendencia lacianiega como decía León Felipe está hecho de «pan y luz». Por eso no resulta extraño que ante los problemáticos asuntos de sus conciudadanos despache arrobas y más arrobas de amabilidad, diligencia, eficacia y solidario compromiso, aderezado por momentos con necesarias, benditas dosis de buen humor, según conoce igualmente el escritor Carlos Salmerón, quien en estas fechas anda a vueltas con la construcción de la Enciclopedia de los transportes en Europa y con tal motivo pisa, repisa las carreteras rusas, que bache tras bache las asfaltadas y caminos vecinales son las que en el mundo de los Urales, por ejemplo, hay, incluso en las inmediaciones del aeropuerto de Ekaterimburgo, hasta el punto de que a una se le ensanchan las palabras y explosiona: ¡Benditas carreteras españolas! Sí, eso sucede en esta enorme parcela del mundo en la que las familias honran a sus muertos visitando a cualquier hora los cementerios, provistos de unas mesas al lado de las tumbas donde comen y beben, sin olvidar depositar una ración en las cabeceras y derramar bebida sobre las mismas. Pero ahí no queda la cosa, pues cuando los parientes abandonan el cementerio enseguida otros vivos, más bien menesterosos o pobres de solemnidad, visitan el lugar y se llevan la comida de los muertos para comérsela. Después de todo bendito sea el finado con no comer ya que proporciona sano alimento a otros vivos muy vivos. Eso sí, los cementerios rusos como los españoles son indicativos también del pecunio del muerto y sus allegados. Nada, nadita de uniformidad. Por lo demás, aparte de otros asuntos más o menos o nada preocupantes me gusta seguir abriendo la cancela del solar de Tolstoi, Maya Pliseskaya y Ana Kournikova para contar que aún en escasas tiendas te facilitan una bolsa con la compra. De manera que si adquieres una simple sartén, pongamos por caso, has de ir con ella en la mano por la calle, aunque esto tiene sus ventajas ya que si alguien se mete contigo la emprendes a sartenazo limpio y asunto concluido. Añadir también que aquí tanto los gatos como los perros son libres y el agua del grifo, bien tramposa, tiene propiedades colorantes además de nutritivas, y que dentro de los contenedores de basura, de hierro, el personal de la limpieza con frecuencia se encarga de prender fuego a ésta para su destrucción. Eso sin echar en el olvido que numerosa población tira el botellerío vacío en plena calle y el peatón ha de sortear cristales y botellas, con bastante torpeza en el caso de los extranjeros y con mucha habilidad en el de los nativos. Por lo demás, hace mucho que amo estos cielos cargados de presagios.

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