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León

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DOS batiscafos rusos tripulados se posaron ayer en el fondo marino del Océano Glacial Ártico, debajo del Polo Norte, a 4.261 metros de profundidad, y depositaron una bandera rusa en el lugar en una operación de prestigio que tiene evidentes intenciones políticas y estratégicas. Además de realizar investigaciones científicas, la expedición al fondo del mar busca pruebas geológicas para demostrar que el lecho marino de una vasta zona del Polo Norte pertenece a Rusia. La zona sobre la que Rusia reclama derechos tiene una superficie de 1,2 millones de km2, en los que se cree que se encuentra una cuarta parte de las reservas mundiales de hidrocarburos. Produce vértigo pensar en el futuro de una de las pocas zonas limpias del planeta; porque ese futuro sí es de todos. Y no sólo de Rusia.

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