Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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HACER y deshacer maletas, cambiar de sitio y de costumbres es una pasión bastante generalizada, pero de ningún modo unánime. Hay a quien no le gusta viajar, ni siquiera por haber viajado y poder contárselo a sus amigos, como a Fernando Pessoa, que abominaba los lugares desconocidos. Creía que la vida es un viaje experimental, hecho involuntariamente. Otros, como Santiago Rusiñol, están convencidos de que si viajar ilustrara tanto los maquinistas de los trenes serían las personas más cultas del mundo. En agosto se baten todas las plusmarcas viajeras entre los que salen huyendo del calor y los que van buscándolo. También hay quien se aleja de su país no para cambiar de paisaje, sino para cambiar de conducta. Más de mil quinientos turistas británicos, de los catorce millones y pico que nos visitan, fueron detenidos, si bien no por mucho tiempo. En general y quizá para demostrarnos que eso de 'la flema británica' es algo condicionado al territorio, perdieron, a la vez, la dignidad y el contenido del estómago. Habían cogido unas castañas monumentales y lo peor no era eso, sino que no las soltaban. El grado de intoxicación alcohólica superaba con mucho los grados de temperatura y solía desembocar en reyertas y actos vandálicos. «Conozca su límite y no trate de beber más de lo que haga habitualmente», aconseja el Ministerio de Exteriores del Reino Unido. Los que no tienen ese problema son los viajeros catalanes, ya que no salen los trenes y se quedan todos en la estación. Tampoco los 8.000 temporeros andaluces que han acudido a la campaña de la vendimia francesa. Hasta que no vengan a nuestra vendimia 8.000 temporeros franceses no creeremos del todo en el Mercado Común. Los sueldos que perciben allí son más de un 50 por ciento más altos. Y además no se lo gastan en vino.

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