Diario de León

LA VELETA

Chomsky se quedó corto

Publicado por
XOSÉ LUIS BARREIRO RIVAS
León

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EN MIS años mozos, cuando Chomsky arrasaba en las librerías universitarias con sus libros de teoría lingüística y de compromiso político, estábamos convencidos de que el celebérrimo intelectual americano utilizaba la exageración a modo de caricatura literaria, y que sus libros debían ser leídos con un coeficiente corrector de +/- 50 %. Y tanto era así que un compañero mío de carrera, anarquista convicto y confeso, llegó a proponer una modificación ad hoc de un conocido refrán de nuestras madres: «De Chomsky y la amistad, la mitad de la mitad». Hace unos días volví a encontrarme con mi colega en los cursos de la UIMP de Santander, y, entre terraza y terraza del paseo de Pereda, tuvimos que reconocer que hasta Chomsky se quedó corto, y que todo lo escrito en sus viejos libros (After the cataclysm: postwar Indochina and the reconstruction of imperial ideology; El miedo a la democracia; Por razones de Estado; La segunda guerra fría: crítica de la política exterior americana, sus límites y su propaganda) perdió vigencia por pacato, y por no haber sabido expresar hasta qué punto dependemos de una economía que vive de la guerra y de una política internacional militarista y belicosa. El fondo desesperante de nuestras cañas del crepúsculo no era la reciente decisión adop tada por Bush de rearmar el Oriente Medio, o de venderle a los árabes un montón de chatarra militar que pague el material bélico de última generación que se entrega a Israel, sino la paralela actitud de Europa, con Sarkozy a la cabeza, que empieza a considerar que el crecimiento del PIB bien vale una guerra, y que la mejor forma de relacionarse con los Estados gamberros y con los dictadores que antes apestaron es la de retribuir sus excentricidades y venderle material de guerra en abundancia. A nadie le extraña que Bush reponga sus arcas, y se consuele de las matanzas que provocó, calentando sin pudor la tierra del Medio Oriente. Tampoco nos extraña que Rusia vuelva a soñar con su grandeza militar perdida, ni que Putin, su dictador en ciernes, esté revolviendo el río en el que piensa extraer admirables piezas. Lo absolutamente inexplicable es que la UE no vea la pólvora que se acumula en sus fronteras, y que, en vez de empeñarse en la tarea de la paz, se esté lanzando a flirtear con l os dictadores, a vender armas, a hacer fintas entre las tensiones y conflictos y a codiciar beneficios de corto alcance. Se fue Blair, que siempre quiso ser el lugarteniente de Bush, y vino Sarkozy, que, cada día más atabanado, aspira a ser Bush mismo. Y eso es así porque, olvidando que el dinero no da la felicidad, también los europeos empezamos a ser gual que los americanos.

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