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León

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El niño, el torrente y la educación A los niños sanos les pasa lo mismo que a los torrentes. Nacen llenos de vida y se sienten impulsados a vivir sin límites, siguiendo con ímpetu su afán expansivo que les incita a moverse sin límites en un mundo donde reina el poder de la atracción y la repulsión, según los impulsos de los instintos o los condicionamientos reflejos. Al torrente le contiene el cauce, las orillas contra las que choca con estrépito. Los niños necesitan orillas que les contengan con su presencia, su paciencia, su amor. Las orillas de los niños son los padres y los educadores en general. Los padres contienen los impulsos instintivos del torrente vital de sus hijos, enseñándoles con la educación paciente, disciplinada, ordenada y amorosa los límites de la acción instintiva. Estos límites provocarán choques con los afanes, los deseos y las pasiones del impulso vital. Estos choques producen emociones a veces muy intensas incluso violentas que resultan difíciles y desagradables para los hijos y para los padres. Las pataletas, los llantos, las protestas airadas e incluso el desconsuelo y la súplica son el resultado del choque entre el afán desordenado y egoísta de la vitalidad de los niños y el orden, la organización y el ritmo del modelo de vida adulta. El tiempo y el espacio son las orillas que no pueden ser desbordadas y que poco a poco tienen que convertir las turbulencias del torrente en el curso sereno del río. Los niños sanos necesitan los límites de la educación para aprender a conducir la energía de la vida dentro de los cauces del tiempo y del espacio, o sea, dentro de los límites de la conducta racional, ordenada, altruista y socializada, que sólo puede existir dentro de los límites del tiempo y el espacio. En resumen, los niños necesitan un modelo educativo para desarrollar su capacidad vital en forma de seres humanos adultos. Cuando los niños son distintos (tienen algún déficit o trastorno) necesitan además de la educación, un programa especial adaptado a las condiciones particulares de cada uno... Anatolio Calle ( Navatejera). Ese Bernesga que aún nos queda Ahora que están rehabilitando las riberas del Bernesga, que buena falta hacía, me pregunto qué piensan hacer con el río aguas arriba del puente de San Juan de Dios. A tiempo están de adecentar esa zona, hoy plagada de cardos y cada día más poblada, pero teniendo presente el necesario respeto al río. Humildemente, creo que no se trata de «urbanizar» el río; eso es lo fácil. Lo difícil es encontrar el equilibrio entre la limpieza, accesibilidad y respeto al ecosistema del río. Ese es el reto. Jacinto Gutiérrez (León).

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