Cerrar
Publicado por
ANTONIO PAPELL
León

Creado:

Actualizado:

EL PRESIDENTE del Euskadi Buru Batzar, la dirección del Partido Nacionalista Vasco, José Jon Imaz, un pragmático mucho más moderado que su predecesor, Arzallus, y que el epígono de éste, Egibar, publicó un artículo en la prensa de Madrid, Más allá de la encuesta , que, en síntesis, critica la negativa del PSOE al pacto PSN-Nafarroa Bai e imputa a los dos grandes partidos estatales, PP y PSOE, una sistemática preocupación por la popularidad a cortísimo plazo, lo que les llevaría a gobernar pendientes de las encuestas. Esta pusilanimidad y la consiguiente falta de criterio habrían movido a los socialistas a rechazar un pacto con quienes han cortado amarras con el mundo radical, lo que lanzaría un mensaje equivocado. A juicio de Imaz, se habría perdido así una magnífica oportunidad de integrar al nacionalismo vasco en el régimen foral navarro. En primer lugar, es claro que resulta exigible la magnanimidad a los partidos y a los líderes democráticos, de forma que sean capaces de afrontar la impopularidad cuando proviene de su coherencia con sus más íntimas convicciones. Y, por supuesto, no es aceptable el populismo, que consiste precisamente en decir sistemáticamente a los ciudadanos lo que estos quieren oír y no otra cosa. Sin embargo, estos criterios no significan que los políticos no hayan de recoger las señales de la opinión pública, que también es una institución democrática que ha de influir continuamente en el proceso de formación de la voluntad popular. En el caso de Navarra, ha habido manifiestamente un interés electoral. ero también se ha prestado oídos a una corriente de opinión que hubiera interpretado el pacto PSN-NaBAI como una señal, un guiño a los que, desde el otro lado del muro, todavía tienen el cinismo de invocar el proceso de paz después de haberlo hecho volar por los aires. En segundo lugar, la descripción de los procesos de formación de los marcos institucionales vasco y navarro que realiza Imaz es opinable. Es cierto que en teoría el Estatuto de Guernica fue el fruto de un amplio consenso democrático, reflejado en el referéndum de octubre de 1979 (que registró, por cierto, una abstención importante, superior al 40%), pero el entusiasmo de la adhesión del nacionalismo al texto ha sido perfectamente descriptible. El Pacto de Lizarra o la propuesta rupturista contenida en el plan Ibarretxe ponen de manifiesto que la instalación constitucional de Euskadi no ha resultado cómoda para los nacionalistas. Al igual que sucede en Navarra, donde la singularidad del nacionalismo, francamente minoritario, ha hecho que siempre se haya ubicado en la oposición. Nada antinatural en democracia, por cierto. Finalmente, del texto de Imaz se desprende un pequeño sofisma: diríase que el PSN ha sacrificado una alianza natural por razones de imagen. Cuando es muy dudosa la afinidad entre una fuerza socialista, de centro-izquierda, y la amalgama ideológica que reside en Nafarroa Bai, capitaneada por Patxi Zabaleta, antiguo miembro de Hasi (Partido Popular Revolucionario Socialista), germen a su vez de Herri Batasuna y miembro de la mesa de esta organización en diversos períodos de los años setenta, ochenta y noventa. Ya es difícil entender que el democristiano PNV y el hasta ayer (al menos) marxista leninista Zabaleta quepan bajo las mismas siglas, pero lo es todavía más que alguien diga que esta coalición y el PSOE guardan alguna familiaridad. Dicho todo esto, hay que apresurarse a añadir que, después de haber padecido tanto tiempo las intemperancias de Arzallus, Imaz es un regalo de la democracia. Hay que apoyarle, a él y a la opción que representa dentro del PNV porque ello redunda a favor de la convivencia. Pero no nos puede pedir el presidente del PNV que, tras creer en él, creamos también en su partido, al menos de momento. La organización que fundó Sabina Arana es lo que es, y, mientras no evolucione, será muy difícil que las fuerzas no nacionalistas logren con ella una complicidad democrática profunda y sincera.

Cargando contenidos...