Zapatero en soledad

EL PRESIDENT E Zapatero empieza a degustar la amargura de la soledad política. No va a ser abandonado por ERC e IU, sus aliados parlamentarios, pero hoy, cuando Magdalena Álvarez, ministra de Fomento, explique ante la Diputación Permanente del Congreso las calamidades eléctricas, ferroviarias y aeroportuarias de Barcelona, ningún grupo catalán se mostrará comprensivo con el Gobierno central, al que consideran en gran medida responsable. IU y ERC reiteraban ayer que hoy pedirán la dimisión de la señora Álvarez, así como CiU si no lograse frenar ésta la indignación de su portavoz, Jordi Jané. Se le añaden a ZP, junto a los fallos en las infraestructuras catalanas, las lecturas nacionalistas y soberanistas de la investidura de Sanz, efigie navarra del PP, como presidente de la autonomía foral gracias a la abstención parlamentaria del PSN. Se niegan a entender IU y ERC, aunque lo entiendan muy bien, las razones por las que el socialismo se alía con nacionalistas y hasta con independentistas (ERC) en Cataluña y en Galicia, y le hace ascos al vasquism o de Nafarroa Bai. Y ahí también encuentra Zapatero la crítica de Iosu Ion Imaz, presidente del PNV, que ha estampado sobre su firma en un diario nacional las razones por las que la opción Sanz en Navarra es, según él, la peor de las posibles, siendo éstas sólo son dos: nuevas elecciones o gobierno PSN-Na Bai más IU. Ese distanciamiento circunstancial que toma Imaz frente a ZP, cuando últimamente le acompañaba en sus propósitos, no es ni mucho menos irreversible, pero señala el efecto negativo que sufrirá el PSOE en una amplia zona del electorado por no seguirle la corriente. A lo que podría replicarse que si el mantenimiento del radicalismo nacionalista no violento fuera del gobierno navarro podría perjudicar electoralmente al PSOE, la probabilidad de que desde la oposición condicione el PSN cierta política social avanzada de Sanz/UPN y la renuncia a usar el terrorismo como baza política seguramente le proporcionaría frutos en otros espacios. Pero la soledad parlamentaria, escenificada en la negación de todo apoyo a una ministra, será hoy una experiencia nueva para Zapatero, que en alguna ocasión sólo ha contado con los votos de su grupo, aunque sobre iniciativas parlamentarias de pequeño calibre, nunca sobre el destino político de un miembro de su gobierno, al que defenderá frente a todos porque un presidente no entrega cabezas al amigo o al adversario que quiere cortarlas. Pero Magdalena Álvarez era ayer una espinita clavada en la susceptibilidad catalana, y todo porque hizo una visita fugaz a Cataluña, respaldo a los responsables del Prat y de Renfe y pidió paciencia a los ciudadanos. También el conseller Nadal les pidió ayer, además de confianza, paciencia. 1397124194