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EL MIRADOR EN POCAS PALABRAS

Salarios y sindicatos Más muertos

Publicado por
ANTONIO PAPELL
León

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SIGUE DANDO que hablar el ya célebre informe de la OCDE publicado el pasado mes de junio que informa de que en nuestro país, mientras los beneficios empresariales suben aceleradamente -el 73% entre 1999 y 2006- , el poder adquisitivo del salario medio ha bajado un 4% entre 1995 y 2005. España es el único de los 30 países miembros de la OCDE en el que el poder adquisitivo de los salarios bajó en la década mencionada. En los cinco años anteriores, entre 1990 y 1995, el salario real había aumentado en España al ritmo del 1,9% anual. Igualmente, la participación de los salarios en el PIB ha caído 5,6 puntos en el período analizado por la OCDE. El descenso del salario medio real y de la participación de los salarios en la riqueza nacional ha tenido lugar en tiempos en que han gobernado alternativamente PP y del PSOE por lo que carece de sentido polemizar sobre cuál de los dos modelos de desarrollo es el responsable de la situación La principal razón de estos descensos es fácil de entender: un grave déficit de productividad, debido tanto al ingreso masivo de inmigrantes sin cualificar, resignados a jornales interminables con una retribución bien escasa, cuanto a la falta de inversión en capital humano y en desarrollo tecnológico, es decir, en Educación y en I+D+i. Con todo, la caída de los salarios no puede tener sólo una explicación técnica, economicista. La revolución industrial, todas las revoluciones burguesas del XVIII y el XIX se originaron precisamente por esta causa: el factor trabajo no podía ser considerado uno más de los factores de producción. Las grandes conquistas sociales se materializaron entonces por la vía del reconocimiento del derecho a la negociación colectiva, que incluía el derecho de huelga -el arma decisiva del trabajo frente al capital-, y en el surgimiento de unas sólidas instituciones, los sindicatos de clase, que formalizaban la fuerza del trabajo. Estas organizaciones fueron además el germen de los partidos de masas, decisivos en un determinado momento histórico para impulsar el surgimiento de las grandes clases medias y, con ellas, la democratización de la política. Es manifiesto, por tanto, que la pérdida de posiciones salariales de la 'clase trabajadora' corre pareja con un decaimiento de la presencia y de la función de los sindicatos. Unas organizaciones que han optado admirablemente por desvincularse de los partidos y adquirir una posición neutral, pero que no deberían desentenderse del preocupante fenómeno de la caída del peso de los salarios en el sistema económico. El ex secretario general de Comisiones Obreras, Antonio Gutiérrez ,acaba de referirse a este asunto en La Vanguardia diciendo que la moderación salarial ha sido uno de los motores principales de la magnífica prosperidad económica que ha traído consigo el desarrollo del régimen democrático, por lo que sería imposible regresar a los tiempos pretéritos en los que la concertación social todavía dejaba lugar a la confrontación sistemática. Por supuesto, pero al sindicato le debe seguir incumbiendo la defensa de los derechos de los trabajadores, entre los que se encuentra una retribución salarial adecuada, que no puede quedar sujeta por completo a la ley de la oferta y la demanda. Los sindicatos parecen haberse esfumado en los últimos tiempos de la realidad social del país, después de la jubilación de los líderes históricos. Sus cuadros burocráticos participan en la concertación social, que avanza lentamente aunque con pasos firmes, pero jamás se escucha ya una palabra sobre la necesidad de prorratear hasta cierto punto los beneficios empresariales, de forma que la fuerza del trabajo obtenga una remuneración proporcionada a su esfuerzo y halle estímulos psicológicos que redunden en una mayor productividad. Se echa en falta, en fin, alguna voz solidaria que recuerde que este capitalismo que nos enriquece tiene también la obligación de acogernos con un mínimo sentido de la solidaridad. 1397124194 AGOSTO está siendo un mes especialmente trágico en las carreteras españolas. Lo revelan las cifras, muy superiores a las correspondientes de las mismas semanas del año pasado. La situación se ha visto reflejada también en la red viaria leonesa. Para facilitar -supuestamente- los desplazamientos, se puso en marcha un operativo con medidas de regulación de la circulación, como la instalación de carriles adicionales, itinerarios alternativos y la restricción de circulación de vehículos de mercancías peligrosas y transportes especiales, cometidos en los que participaron los efectivos de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, además del servicio de helicópteros y de los 250 vehículos equipados con radar (no acaba de entenderse el papel de estos vehículos en la fluidez o en la seguridad del tráfico, toda vez que su único afán es recaudatorio). ebería ser ya evidente que el modelo represor de la actual dirección de la Dirección General de Tráfico, con Pere Navarro al frente, ha fracasado estrepitosamente, de forma que se ceda el paso a técnicos en seguridad vial, solventes y capaces de poner en pie un plan multidisciplinar de lucha contra la siniestralidad.

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