Diario de León
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León

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Es una frase hecha la que el hombre está hoy en una encrucijada, pero es la pura verdad. Ello no es alarmante, porque estar en una encrucijada quiere decir tener aún la posibilidad de elegir. Lo peor sería estar en un callejón sin salida. La encrucijada en que estamos, o vamos en camino de estar todos, es la última de una serie de encrucijadas. El curso histórico se ha convertido en proceso geológico; el poder no es, pues, más que la presión enorme que unas capas de la sociedad ejercen sobre las otras, y viceversa, sin que pueda saberse quién cabalga sobre quién -quién manda-. Y de ahí, que la expresión «el poder por el poder» sea insuficiente para describir tal situación histórica. Pues cuando aparece el poder que pretende justificarse a sí mismo, el hombre que lo ejerce es capaz de mantenerse por lo menos en equilibrio, de tener bien firmes, en nombre de poder autojustificable, las riendas no sólo de la sociedad, sino también de su propia persona. Nada de eso sucede en la conmoción «geológica». Algunos hombres, en vista de la situación «se deciden» por el poder. Bien. Desde el primer instante descubren que esta «decisión» no tiene de tal sino el nombre. Se ha dicho que en tales momentos el poder es usurpado. Esto sería sólo un modo de decir. Y sería mejor decir que el hombre mismo se deja arrebatar por el mando. El hombre que sobre él anda posee sólo la apariencia de la dominación y las fingidas riendas de la desbocada cabalgadura. ¿Por qué, sin embargo, se decide por ello? La raíz psicológica es casi siempre la misma: se trata de «medrar», de «situarse». Estos hombres parecen tenerlo todo menos escrúpulos. Si la vida lo pide, parecen decirse, démosle lo que pida. Dejémonos llevar por la corriente del tiempo si no queremos ser anegados por ella. Algunos hasta llegan a combinar la frivolidad y el mando; los ejemplos abundan desde Alcibíades. El poder se consigue también con el cinismo; no es muy seguro que así pueda conservarse. El frívolo pretende sólo vivir bien; el poderoso quiere vivir. En los momentos en que todo parece «inevitable», el poder no se ejerce ni como un medio ni siquiera como un fin. El político no es el inadaptado: es el perfectamente adaptado, el único que ha logrado verdaderamente «colocarse». Corre el riesgo de despeñarse pero si tal sucede será porque no habrá sido lo bastante «político», porque, conscientemente o no, habrá resistido a la gran ola que de continuo lo empuja, o se le habrá ocurrido reflexionar sobre ella y buscarle un «sentido». En los momentos que nos ocupan, el sentido de los acontecimientos es que carecen de sentido. En esta situación no es extraño que algunos se digan: ya que no podemos tener el poder, tengamos por lo menos su apariencia. ¡La apariencia del poder! He aquí el verdadero secreto de esta época. Vista superficialmente, la política se hace en ella lo que es siempre de algún modo, pero jamás tan desvergonzadamente: «realista». Se desentiende de toda «idea», de todo «programa», de toda «utópica palabrería». Los «políticos» ya tienen bastante que hacer con mantenerse en el sillón. Es la época de los «políticos» hábiles, astutos; los tiempos, relativamente «felices», de los «maquiavélicos». Francisco Arias Solís Como tantos otros hijos de estas tierras de la montaña del Curueño me encuentro pasando unos días en este maravilloso entorno de la montaña leonesa del Curueño. Realizo una de las rutas a pie para disfrutar de este maravilloso entorno de la naturaleza y visita obligada es la hermosa cascada que encontramos entre los pueblos de Valdepiélago y Nocedo. Mi sorpresa es que, este santuario comienza a ser maltratado por dejadez en el caso de unos, al retener en su entrada el barro y piedras, en su pasarela, fruto de las inclemencias del crudo invierno en estos parajes y, las actuaciones de los visitantes que van dejando las «colillas» en el suelo del camino que conduce a esta maravilla de la naturaleza. Quiero desde esta comunicación ser reclamo para respetar lo que es obligación de todos cuidar. Leoneses y no leoneses, nuestras montañas, parajes, rios, naturaleza, forma parte de nuestra vida. Amemos aquello que nos ha sido regalado y que solo nos pide respeto, mimo y cuidado. Florentina (La Vecilla). Raquel (En el debate de diariodeleon.es).

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