El secuestro de Barbie

LOS CHINOS nos engañan como a españoles. En sus repletos y variadísimos bazares lo mismo se puede adquirir un sacapuntas que un biombo chino. Hay de todo a un precio creíble si tenemos en cuenta lo que cobran los obreros que ponen manos a la obra. Ahora la compañía multinacional Mattel ha retirado más de medio millón de juguetes por considerarlos peligrosos. Algunos pueden ocasionar asfixia o lesiones auditivas y otros se conforman con dar calambres de distinta intensidad, pero todos son baratísimos. No podemos pedir por ese precio una quemadura de segundo grado o una lesión ocular. En vista de las medidas tardíamente adoptadas contra los juguetes de potencial ciertamente peligroso, ya se han suicidado dos fabricantes: el que manufacturaba el coche Sarge y el creador de Dora la exploradora . Cuando yo era chico la mayoría de los juguetes hacían sangre pero se estaban quietos. Aún no se recubrían con pintura tóxica y como era un tiempo de carestía total, también carecían de imanes para llevarse a la boca. Los chóferes de los camiones de madera estaban siempre de perfil, se les miraba por donde se les mirara los soldaditos de plomo sin barnizar se fabricaban con balas perdidas. Luego vino una época, cuando los Reyes Magos ya eran adultos, en la que los pedagogos recomendaron entretenerse con objetos naturales, para ir apreciándolos y para ejercitar la imaginación contemplando un pedrusco y figurándose que es otra cosa. Los niños se cabreaban como monas, pero menos da una piedra. Lo peor es la retirada de Barbie, la muñeca con tetas. Ha sido afectada por el peligro amarillo del que tanto se venía hablando. Sustituyó a las peponas de ojos boquiabiertos, pero es necesario proteger a los niños. Con las cosas de jugar no se juega.