Diario de León
León

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TREINTA años de la muerte de Groucho Marx. Siempre sabía quiénes eran los buenos en la historia y a quiénes había que oponerse. El y sus hermanos se mofaban de todo, salvo de los finales felices, porque el gran humor conoce verdades profundas que las formas inferiores de risa desconocen. Allí donde el chiste se detiene o el sarcasmo nunca podrá llegar, irrumpe el humor y su milagro. El gran humor es siempre un triple mortal inesperado sobre el corazón humano, aquello que no se puede derrotar o aplastar. Por ejemplo, Bogart y sus socios riéndose a carcajadas mientras el viento del desierto se lleva su codiciado tesoro de Sierra Madre; también eso era un final feliz ¿o no?. Sea lo que sea me opongo, iba diciendo por el campus y las juntas de gobierno Groucho para que no se advirtiera que había suplantado al rector. En la vida real, algunos son marxistas sin saberlo y se oponen a todo, hasta que se apellidan Gutiérrez, aunque así lo ponga en su carné de identidad o su taratabuelo salga de la tumba para confirmarlo. Y es que oponerse a todo, groucherías aparte, no es síntoma de dinamismo dialéctico sino de escasez de recursos críticos. Con lo bonito que es coincidir en algo, aunque sea por casualidad. Hoy es martes afirma uno en su modestia, y siempre habrá uno que se oponga, no en base a complejas reflexiones filosóficas o a teoremas de física cuántica, sino por chafarte el día. Dos y dos son cuatro, les dices por coincidir en algo, y te espetan: eso lo dirá usted. Recuerdo a un cura de mi colegio llorando de risa rememorando una escena de La quimera del oro , de Charlot. ¿Podremos alguna vez pagar a quienes nos descubrieron que el humor es una de las luces, con el amor y el perdón, con las que el viajero perdido puede guiarse en la noche? Hermosa deuda. 1397124194

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