Descontrol del salario público

YA SE SABE que éste es un régimen descentralizado, por lo que la homogeneidad no es siempre virtuosa. Es más: los teóricos del federalismo son partidarios de que las comunidades autónomas compitan entre sí en diversas materias para conseguir mayores cotas de productividad. Pero no es razonable una dispersión tan grande de los salarios públicos. No lo es la diferencia entre los sueldos de los guardias civiles, los policías nacionales, los policías autonómicos y los locales. Y no lo es tampoco que muchos presidentes autonómicos y de diputación cobren bastante más que el presidente del Gobierno, que a su vez tiene salarios más bajos que los presidentes del Congreso, del Senado o del CGPJ. Una decena de presidentes de diputación supera con creces el salario bruto del jefe del Ejecutivo estatal, que es exactamente de 89.303 euros. El que más gana es el presidente de la diputación de Barcelona, quien tiene atribuido un salario de 144.200 euros. No se debería hacer demagogia con este asunto si se quiere una clase política competente y saludable, que lógicamente aspira a salarios semejan- tes a los del sector privado.