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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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UN SESENTA por ciento de los españoles considera que los políticos son corruptos. No es que estén descaminados, sino que no se han parado al borde de la carretera a pensar que esa cifra induce a errores de generalización. Lo que ocurre es que los desvergonzados son más visibles, pero hay muchas personas abnegadas y decentes, menos notorias, sumergidas en esos fétidos pantanos y obligadas a hacer submarinismo en las letrinas, que son dignas de nuestro respeto, incluso de nuestra gratitud. Medir por el mismo patrón a quienes se dedican a la alta tarea de arbitrar la convivencia y a los golfantes que sólo pretenden vivir mejor es radicalmente injusto. En esto no vale la globalización. Mirabeau era un político y también lo es un concejal de urbanismo, de esos que en tantos y tantos pueblos españoles sólo pretenden cambiar de nivel de vida y cambiar de señora, pero de ninguna manera son equiparables. Todavía hay clases y a los segundos se les nota por su falta de clase. Por sus hechos les conocerías. También el periodismo está mal considerado en lo que llamamos la opinión pública, pero en esa profesión también se da la diversidad. Si Mariano José de Larra estuviera vivo es altamente improbable que trabajara en Aquí hay tomate . Etimológicamente la palabra prestigio viene de engaño. Tiene la misma raíz que prestidigitador. Hay que pensar que los prestímanos de la política realizan mal sus juegos y por eso han caído en el desprestigio popular que delata la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas, pero también debemos considerar que los encuestados no aciertan siempre. (Véanse los casos de Barrabás y de Hitler). Por otra parte, por la que también se llega al mismo sitio, creer que el sesenta por ciento de nuestros políticos son corruptos, supone también que el cuarenta por ciento no lo son. Un porcentaje bastante confortado.