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Publicado por
León

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CON FRECUENCIA resulta patético comprobar la extrema simplicidad, casi patológica, de determinados personajes que han destacado por sus habilidades físicas -deportistas o actores- o por alguna razón no estrictamente intelectual. Es el caso de Maradona, brillante futbolista que no asimiló su retirada y que desde entonces consume su tiempo intoxicándose, desintoxicándose y declarando majaderías. La última de sus sandeces es que «odia todo lo que viene de los Estados Unidos». La memez es de gran calibre, toda vez que de Norteamérica nos ha venido, además de una forma muy depurada de democracia, casi todo lo innovador: desde la lámpara incandescente al teléfono, pasando por la radio, la televisión o Internet. Es comprensible que Bush genere amplios rechazos, pero la hostilidad a este oscuro personaje no autoriza a las simplificaciones que reducen los Estados Unidos a semejante histrión. Norteamérica, como las grandes democracias, tiene además la virtud de la autorregeneración: después de Bush, el péndulo oscilará sin duda hacia ámbitos de apertura y de libertad. Y Maradona permanecerá colgado de sus propias palabras.

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