Diario de León

LA VELETA

Tráfico y educaciónvial

Publicado por
GONZALO OCAMPO
León

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SIRVE DECIR, desde la óptica del tráfico, que los veinte primeros días transcurridos en este mes de agosto han puesto en continuado jaque a la seguridad vial, con una ininterrumpida sucesión de muertes en las carreteras española, más acentuada en el noroeste del país y especialmente grave en las carreteras de la provincia de León, con una quincena de víctimas mortales en dos primeras semanas realmente fatídicas. Se reiteran, además, episodios de inusitada violencia, como aquellos que en un solo acto causan la muerte de varias personas. La relativa indiferencia y la impasibilidad con las que se acepta la rutina de las muertes en las carreteras solo parecen volverse en signos de alarma cuando los dramas se multiplican o cuando aparecen rodeados de alguna nota de espectacularidad. Es la hora del plus informativo, del clamor de organizaciones pro-víctimas del tráfico, de declaraciones y promesas más o menos solemnes que llegan desde los poderes públicos. Es la hora de las marañas de cifras que se refieren al número de muertos -perdida ya su calidad de seres humanos- de un mes y de otro mes, de un año y de otro año, integrados ahora en un sistema contable o estadístico. Es, también, la hora de las llamadas a la educación vial, como a una panacea capaz de curar los daños de un tráfico que tantas veces parece envenenado, devorador de vidas por causa de los desórdenes del ser humano, del hombre actual, del hombre que vive en permanente estado de amenaza por lo que produce, «por el resultado del trabajo de sus manos y mas aún por el trabajo de su entendimiento, de las tendencias de su voluntad». No se trata de negar las bondades de esa especie vial de la educación. Pero es que son antes los buenos modos para la vida en comunidad..La persona ha de sentirse integrada en un cuerpo social que requiere de la urbanidad de todos para su propia salud. Decía Juan Pablo II que «la situación del hombre contemporáneo parece distante tanto de las exigencias del orden moral, como de las exigencias de la justicia o aún más del amor social». En el contexto de la circulación de vehículos, tan complejo y vasto como podemos notar, somos partícipes de un modo singular de convivencia que tiene sus propias reglas. De ahí esas exigencias de justicia y de amor social. De justicia, porque las leyes se promulgan para ser cumplidas. De amor social, porque la obediencia a las leyes implica tanto como el respeto profundo a los demás. En el fomesde la desobediencia radica la inseguridad vial. Por eso es radicalmente importante la vigilancia del tráfico en la guarda de la norma. Este puede ser el quicio de la cuestión.

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