Diario de León
Publicado por
ANTONIO PAPELL
León

Creado:

Actualizado:

ES PROBABLE que todavía no se haya calibrado completamente la importancia del proceso electoral que está llevando a cabo el Partido Nacionalista Vasco y que de aquí ha diciembre ha de desembocar en la victoria de las tesis de Imaz o en el regreso intelectual a los tiempos abruptos de Arzallus, que hoy precisamente cumple setenta y cinco años y continúa influyendo en los designios de su partido: el pasado domingo, sin ir más lejos, la prensa de Madrid ofrecía una larga entrevista con el ex presidente del PNV en la que tomaba claramente posiciones: «No estoy de acuerdo en cómo se están haciendo las cosas en mi partido, salvo lo que hace Ibarretxe». Más claro, imposible. La confrontación que con guante de seda está teniendo lugar en el seno del PNV es la siguiente: la minoría capitaneada por Joseba Egibar, a la que pertenece Ibarretxe y que fue la que auspició Lizarra, está postulando una ruptura institucional a cargo de la unión de todas las fuerzas nacionalistas -incluida Izquierda Unida-, que impulsarían la celebración de un ilegal referéndum de autodeterminación, prometido por el tripartito en su programa electoral para esta misma legislatura. Semejante estrategia de «acumulación de fuerzas» nacionalistas se opone frontalmente a la que el propio Imaz describió el pasado día 15 de julio en un importante artículo, «No imponer, no impedir», en el que el presidente nacionalista reprendió al lendakari por persistir en su idea de un referéndum, que en todo caso debería celebrarse «en ausencia de violencia», y recordaba el documento base aprobado por unanimidad en octubre del 2005 en el que, como vía de pacificación, se propone un pacto con el Estado español, tras el cual se aprobaría un nuevo estatuto, refrendado por el Congreso de los Diputados, y un referéndum, que realmente sería constitucional. Lo grave del caso es que esta pugna ideológica que se dirime en el seno del PNV ha salido al exterior y repercute en las instituciones y en el propio debate político vasco. En efecto, los socios de Ibarretxe en el tripartito, EA y EB-IU, han salido abiertamente a apoyar a Ibarretxe, es decir, a Egibar, lo que ha provocado la reacción airada de diversos altos cargos del PNV. Pero al tiempo que se rompen los puentes entre el PNV y los representantes de EA en el tripartito actual, se están abriendo vías transversales de colaboración entre el PNV de Imaz y el PSE-PSOE. Por ejemplo, el pasado lunes José Antonio Pastor, secretario general del PSE de Vizcaya, aseguraba en Radio Nacional que es evidente la «gran sintonía» que existe entre el presidente del Euskadi Buru Batzar del PNV, Joso Jon Imaz, «especialmente en los temas relacionados con el proceso de paz», mientras que acusó al lendakari de «seguir instalado» en una política de «crear frentes». Es, pues, patente que están en plena disputa dos concepciones opuestas de la política y la sociedad vascas: la frentista, que se articula sobre una confrontación constante entre nacionalistas y no nacionalistas y que inexorablemente habría de terminar en estallido, y la transversal, que postula pactos entre ambas actitudes ideológicas y vitales. Por descontado, el desenlace de esta confrontación nos afectará a todos en el Estado español ya que si la victoria de Imaz -aparentemente en dificultades, después de que su adversario Joseba Egibar haya pasado a controlar las diputaciones de Álava y Guipúzcoa, aunque ni mucho menos derrotado- representa un lenitivo y quién sabe si una solución definitiva para el llamado problema vasco, la de su adversario reabriría heridas muy dolorosas y contenciosos sencillamente inútiles y difíciles de restañar. Ésta es la circunstancia, que la militancia nacionalista ha de seguir con interés y sentido de responsabilidad.

tracking