EN BLANCO
Castración química
LA VIOLACIÓN de un desdichado niño de cinco años por un violador reincidente que acababa de salir de la cárcel ha conmocionado a Francia. Este delincuente tenía que haber estado bajo vigilancia pero ya se sabe que el Estado no puede estar en todo. Para colmo, un médico le había recetado en la cárcel viagra. El padre del menor ha declarado que ayudar a los violadores de niños a recuperar por la viagra el vigor sexual es tan demencial como entregar bombas a los terroristas. El médico de la prisión de Caen dice que desconocía las causas por las que este sujeto de 61 años estaba encarcelado y que el reglamento, que vela por el respeto a los reclusos, le impedía saber qué delitos había perpetrado. Es muy loable que el reglamento vele por el respeto a los delincuentes: pero es un despropósito que un médico recete viagra a ciegas sin poder saber que la está recetando a un violador de niños. El presidente Sarkozy, que, en su campaña electoral, situó entre sus primeros objetivos la lucha contra los reincidentes, ya ha anunciado la toma de nuevas medidas contra los pedófilos. Estos sujetos -que, por cierto, tanto abundaron en la Grecia clásica, donde la pederastia era casi un deber de buen ciudadano- ingresarán en Francia en hospitales especiales. La castración química se aplicará a quienes acepten someterse a ella. Volverá, pues, a Francia el bromuro, aquel producto químico con el que, para inhibir la sexualidad, desayunaban los soldados españoles.