EN POCAS PALABRAS
Inversiones
LA POLÍTICA española se ha convertido de un tiempo a esta parte en una tira y afloja vertical entre instituciones: las comunidades autónomas reclaman más recursos al Estado y pugnan entre sí por llevarse la mejor tajada. Ello es fruto de una creciente confusión que desemboca en un caos garrafal. Las comunidades autónomas habrían de responsabilizarse también financieramente de cuanto les concierne, que es casi todo, de forma que al Estado sólo le incumbirían, además de las funciones clásicas las grandes infraestructuras a las que corresponde la vertebración general del territorio. Así planteada la cuestión, carece de sentido que las autonomías pugnen por arrancar mayores caudales de inversión o protesten por la falta de atención estatal en este sentido. Como bien ha recordado Ruiz-Gallardón, las grandes infraestructuras del área metropolitana de Madrid se han construido con recursos propios, como por otra parte parece conveniente. Por lo tanto, no queda más remedio que preguntarse si ciertos lamentos victimistas no son más que el reconocimiento de una flagrante impotencia o de una dejación pura y simple de la propia responsabilidad.