Carod contra Felipe V

A QUIENES les gusta el mapa de España tal como está les disgusta que se intente modificarlo, por lo que los partidarios de la modificación, entre los que sobresalen Carod-Rovira, vicepresidente de la Generalitat y líder de ERC, y el sector más soberanista del PNV, con Eusko Alkartasuna al lado, se ven aplaudidos únicamente por sus respectivas clientelas electorales, mientras el resto de la población española o no les considera o les considera factores más bien fastidiosos de la política. Le brotan las ocurrencias a Carod-Rovira de tarde en tarde, pero cada una de ellas o produce una fricción en el ejecutivo catalán, ducho ya en asumir sus fricciones internas como Japón los movimientos sísmicos, o incomoda al todo el sector social al que, sin necesidad de ser jacobino, incomodan las propuestas del prohombre republicano. En unas declaraciones de domingo defendía la celebración de un referéndum para saber si Cataluña quiere independizarse de España y formar un Estado propio. Y la fecha buena sería en el 2014, a los trescientos años justos de que Felipe V, finalizada la Guerra de Sucesión, se hiciera odioso a los catalanes. Sabe Carod-Rovira que ni hoy ni en 2014 votaría Cataluña su desgajamiento total de España, aunque de ahora hasta entonces sigan luchando sus nacionalismos con la tenacidad de quien se considera acreedor por más altas cotas de autogobierno. Carod-Rovira dice que «España sólo nos ha querido (a los catalanes) para pagar impuestos», y en esa convicción más o menos voluntarista se apoyaría para vestirse de cobrador del frac en defensa de las inversiones presupuestarias. Pero ni IU (Iniciativa per Catalunya) comparte la tesis de Carod-Rovira. Pulso en ERC entre Puigcercós y Carod-Rovira, y tensión en el PNV entre el sector de Josu Jon Imaz, presidente del Euzkadi Buru Batzar, y el antiguo equipo de Arzalluz, con Joseba Egibar al frente. Este sector comparte tesis con EA, socio del gobierno tripartito de Ibarretxe, lo que crea grietas en el ejecutivo de Vitoria y, al mismo tiempo, en el señor del PNV. Ayer celebró la cúpula peneuvista una reunión en San Sebastián, primera del nuevo curso político, para consensuar entre otros asuntos la ponencia política que deberá debatirse en asamblea, avanzado el otoño. La consulta (o referéndum) que el lendakari sigue defendiendo, como si su plan soberanista no hubiera pasado a la historia de los fracasos políticos tras su derrota en el Parlamento español, es una de las discrepancias entre los dos sectores, y no porque uno sea favorable y otro desfavorable a la celebración de la consulta sino porque antes debería dar un giro de 180 grados hacia la llamada transversalidad, mediante acuerdos transversales que diluyeran el esquema de una sociedad dividida entre nacionalistas de distintos grados y constitucionalistas.