Diario de León

QUERIDO MUNDO

Otoño caliente en Estados Unidos

Publicado por
CARLOS G. REIGOSA
León

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EL PRESIDENTE Bush parece un jugador que, con la partida perdida, se dedica a sacrificar fichas, con la esperanza de cambiar su suerte. Pero sus adversarios del Partido Demócrata no están dispuestos a soltar la presa. No saben qué harán con Irak, pero sí saben cómo ir dinamitando los apoyos del presidente, que hace poco tuvo que aceptar la dimisión de Karl Rove, su arquitecto político-electoral, y ahora ve en aprietos a Alberto Gonzales, fiscal general (ministro de Justicia) y el hispano con mayor rango en su Gobierno. A Gonzales se lo puede llevar por delante la expulsión de nueve fiscales a finales de 2006, presuntamente por no favorecer los intereses del Partido Republicano. Antes que ellos cayeron, entre otros, Colin Powell (secretario de Estado), Paul Wolfowitz (número dos del Pentágono), Donald Rumsfeld (secretario de Defensa) y John Bolton (embajador ante la ONU). Un panorama de decadencia ante el que los demócratas, crecidos, preparan su ofensiva de otoño. La guerra de Irak está a punto de sumar ya cuatro mil muertos estadounidenses, y la esperanza de una pacificación a corto plazo se aleja. Bush sigue perdiendo fichas, con su apoyo popular desangrándose, pero nadie se atreve a formular una alternativa precisa a su política en Irak. Hasta sus más radicales críticos admiten que, después de haberse implicado tan a fondo en esa guerra repudiable, EE.UU. no puede salir corriendo y dar carpetazo a la invasión. Hay que poner sobre la mesa ideas más pragmáticas y esperanzadoras para que, además de elevar la temperatura otoñal contra Bush, crezca la credibilidad de los demócratas para afrontar una situación bélica que nunca debió producirse. De momento, el Partido Demócrata quiere seguir atizando el fuego electoral contra las posiciones del presidente, colocando así a los republicanos en una situación de indefensión y de complicidad con Bush y sus errores. Pero en algún momento del otoño caliente que se anuncia, los demócratas deberán ofrecer opciones realistas capaces de conciliar los intereses de EE.UU. con la retirada de sus tropas en Irak. Es fácil criticar a Bush, pero no es tan fácil deshacer su entuerto.

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