Umbral

MAESTRO del artículo, Paco Umbral renovó el lenguaje literario y callejero de este país. Sin él, el verbo florecido de las jóvenes generaciones no hubiera llegado a la literatura ni se hubiese dignificado la lengua rutinaria de los transeúntes de la vida, que somos casi todos. Umbral nunca sobrellevó deportivamente su propia genialidad. Era tímido y, por ello mismo, antipático. Se ocultaba tiernamente - Mortal y rosa - tras su coraza imaginaria de soberbia. Ello le creó enemistades, sobre todo la del establishment literario, que lo vetó. Quien más enriqueció el diccionario en el último medio siglo no estuvo en la Academia. Quien renovó el periodismo escrito no vio reconocido oficialmente su magisterio. Circula profusamente el tópico de que su legado mayor son sus artículos diarios, pero no sus más de ochenta libros. Quizá la historia cambie esta perspectiva: quizá sus libros sean el grueso de su testamentaría. De la herencia de un hombre esencialmente bueno que mantuvo la doble vida de quien enmascara sus miedos trascendentes con el gesto torvo de la falsa arrogancia. Descanse en paz el amigo, el poeta, el escritor, el hacedor de periódicos, la referencia al fin.