Diario de León

QUERIDO MUNDO

Los equilibrios turcos

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CARLOS G. REIGOSA
León

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SUENAN COHERENTES las proclamas del progresismo europeo a favor de la elección democrática del islamista Abdulá Güll como presidente de Turquía. Los argumentos de la izquierda, asumidos en buena parte por la derecha, son inatacables por los ácidos. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, tenía una mayoría parlamentaria suficiente para proceder a ese nombramiento, y así lo he hecho. Nada que objetar al respecto. También resulta coherente que una buena parte de esa opinión europea favorable haya aprovechado la ocasión para atacar la tutela militar que, desde la República secular fundada por Atatürk, ejerce de garante de una democracia laica. Basta con observar cualquier país de la Unión Europea para darse cuenta de que ese aval militar es anómalo y extemporáneo. Es explicable, pues, que no goce de la anuencia de los demócratas. La parte más difícil de entender es la aparente satisfacción del progresismo democrático europeo por el acorralamiento de los laicistas. ¿Acaso creen que todos son militaristas que se acogen a la protección de los Ejércitos? ¿No se les ha ocurrido pensar que muchos de ellos simplemente desconfían del rumbo futuro del hoy llamado islamismo moderado turco? Si el laicismo es una virtud cívica para los progresistas europeos, ¿por qué no lo consideran así también cuando se trata de Turquía? Algún embrollo ideológico se han hecho cuando, con la mayor naturalidad, afirman que la actual situación turca es un gran desafío para la Unión Europea y no sólo para la propia Turquía. ¿Lo es porque queremos a ese país dentro de la UE o porque, como el presidente francés, Nicolás Sarkozy, queremos que sea demócrata a su modo, como mejor garantía de que no habrá que hacerle un hueco en la Unión Europea? El primer ministro Erdogan ha demostrado un liderazgo y una prudencia encomiables al conciliar europeísmo, islamismo moderado y respeto a los principios de la República secular. ¿Es suficiente para considerar que su posición contraria al laicismo es una menudencia disculpable? Esta es la pregunta correcta, para turcos y para europeos.

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