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HISTORIAS DEL REINO

El escaño tenía un precio

Publicado por
MARGARITA TORRES
León

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SE SORPRENDE Fray Tomás de Villanueva al ver triste y apenado a su antes amigo Don Javier, al pie del Corregimiento de la capital pucelana. Dícele así, entre contrito y amoroso, el De la Riva: -Hoy no vengo a tu lado, cual otras tardes: emocionado. Hoy traigo una pena que mi corazón destroza, Villanueva. -¿Tú triste? ¿Tú sufriendo? Pero, ¿qué estoy oyendo? ¿Y has venido gimiendo?, curiosea Fray Tomás. -Mucho, mucho, porque pienso, porque lucho. Pero mi mutismo ha terminado. Vine a desembuchar y desembucho. Verás: ayer, antes del anochecer, en mi caballo alazán, iba yo con mi escudero, y expúsome verdadero, este asunto de mi afán. El señor de León, antipático y zumbón, en casa de Zapatero, se burla cascabelero, y critica las mis razones, para imponerme por cojon¿ -¡Moderad ese lenguaje soez! ¡Parecéis un comunero, pardiez!, exclama horrorizado el fraile, embozándose en la capa. No quiere que le confundan con Zapa, menos en Valladolid. Alza los ojos De la Riva. Estos monjes¿ -Decía, Su Señoría, que siendo vos de la mi cofradía, entenderías que me joderí¿fastidiaría saber, que aqueste leonés, guste de burlarse del asiento, que si no surge remiendo, débeme pertenecer en las Cortes, a mí, al corregidor pucelano. -¿Se os ha ido la mano? ¿Las cortes pretendéis? Decidme en función de qué, escaño queréis. -De corregidor real, de la única capital: la de Castillileón. -¡Sois un cacho de melón! ¡Un pedazo de merluzo! ¡Un engorro! ¡Un chuzo! Una garrocha, un asno zamorano-leonés, una flor pocha, un¿ -Catad, maestro Villanueva, dejad ya los insultos. Son despectivos. -¡Son adjetivos descriptivos! -Jo, amo, ¡yo quiero ser como vos! -De la Riva, no comprendo que decís -Pues será porque no querís, que está claro, ¡vive Dios! -Siempre fuiste enigmático, Javier. Y aunque me resultas antipático, hablaré claro por un día: jamás como yo seréis, dueño y señor de mis actos, de Pucela, de los pactos, de lo que vuela, de la pela, de la tierra comunera, de aquella concha venera, de Castilla, de León, de esta silla, de aquel colchón. Todo me pertenece, aquí no se mueve nada, sin que mis manos juzguen, si formáis en mi mesnada. Ambicioso os veo, De la Riva. Fuisteis mi valido, disimulad como es debido. Escaño nunca tendréis, o al final jorobaréis, mis pretensiones reales. Burgos posee al Herrera, figurón de Castillileón. La tierra del bicho peludo, al Zapatero, de joven un melenudo. ¿Qué resta a la pobre Valladolid? ¿Delibes, topillos y la perdiz, que está en temporada? ¿No lo ves? ¡No nos toca nada, siendo la capital! ¡Ah, qué triste final! Ahí tenéis Boecillo, nuestro aeropuertillo, las industrias conserveras, los millones, las pelas, que es la esencia de la historia. Parece que no tenéis memoria: todo lo mueve el dinero, único señor verdadero. No vengáis por un escaño, a jodernos tantos años. ¡Hala, pá¿vuestra casa! Pitas, pitas, que ya es hora, pues anochece pronto agora. Que no os asuste Paco-Coco, mi Juanvi-Luz, le besa en la frente. Y lo de las sucesiones sonoras, dejadlo para Madrid, no toca en Valladolid. Que aquí el que manda es el menda, y eso nadie lo enmienda.

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