Arde Grecia

SIETE días de terroríficos incendios han causado 64 muertos en Grecia. Entre el 27 y el 28 de agosto han surgido 56 nuevos fuegos. El Peloponeso, la isla de Eubea y otros lugares próximos a Atenas han generado una catástrofe que en España conocemos muy bien porque, hace sólo un año, los incendios asolaron Galicia. La helenista Alicia Villar, que ahora reside en Atenas, me cuenta en un correo electrónico que no puede abrir las ventanas por el olor a humo que penetra en la casa. Sigo las noticias de Grecia a través del canal televisivo ERT World (Ellino Radio Tileórasi World: Radio Televisión Griega Mundo) que emite el satélite Hot Bird y veo en llamas el pueblo de Créstena, tan próximo al santuario de Olimpia, donde, hace unos años, visité a una amiga que tiene allí su familia. La Radio Televisión Griega informa de que una mujer y su hijo han muerto en Créstena y siento un escalofrío que me lleva la memoria a aquellos días ya tan lejanos en que viví en Atenas y conocí a esa amiga cuyo destino, en estos momentos, ignoro. La noticia nos hace pensar en los muertos, en los heridos, en las casas destruidas, en las tierras devastadas, en el terror que han sufrido y siguen sufriendo muchos miles de personas. Quien conoce Grecia sabe que la organización y la previsión no son precisamente virtudes propias de este país maravilloso y todavía bastante anárquico. 200.000 hectáreas quemadas: la catástrofe dejará huellas para varias décadas.