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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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HACE CALOR en todas partes menos en la región económica que habitamos, donde se ha enfriado, y lo ha hecho muchísimo, el dinero. Los barómetros de los economistas explican estas alteraciones del clima y dicen que la expansión anual del Producto Interior Bruto se modera, en vez de decir que decae. También en los partes de guerra se dice, cuando un ejército retrocede ante el enemigo, que «avanza hacia la retaguardia». El caso es que se empieza a reconocer que vamos a tener que acostumbrarnos a pasarlo peor, o sea, a pasarlo con menos dinero. La crisis de las hipotecas de alto riesgo estadounidenses, según quienes no han contraído ninguna hipoteca, apenas tendrá efecto en España. Lo que de verdad están anunciando es que no tendrá efecto entre ellos. Se ha frenado bruscamente la construcción y aquí dependemos todos del ladrillo, aunque algunos se dediquen a alinearlos y otros nos conformemos con que no nos caiga alguno en la cabeza. Quiere decirse que nuestro techo económico está enladrillado y el desenladrillador que lo desenladrille buen desenladrillador será. De momento, nueve aseguradoras y sesenta fondos hipotecarios han sido duramente afectados por la crisis del Imperio. Ya sabemos que cuando Norteamérica estornuda, aquí se cogen unas pulmonías enormes, generalmente dobles. Una enfermedad que en numerosas ocasiones tiene la ventaja de ser la última. La globalización consiste en ver en globo nuestro futuro. Los españoles tenemos la ventaja, cuando volvemos la vista atrás, de pensar que cualquiera tiempo pasado fue peor, pero nos estábamos acostumbrando a eso que llaman la buena vida. Más que el Mercado Común nos ha importado siempre el mercado de nuestro barrio. La subida del pan, de la leche y de los huevos manda huevos y es para cagarse en la leche. Significa hambre, así como suena, para mucha gente.

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