EN POCAS PALABRAS
Teocracia turca
El hecho de que el nuevo presidente de Turquía pertenezca a un partido confesional resulta altamente inquietante, y no por su adscripción islámica sino por el hecho mismo de la definición religiosa. Lo mismo daría, en fin, si la confesionalidad fuese de otro signo. Las verdades religiosas son dogmas de fe y, por consiguiente, no son opinables para quien las profesa. La tolerancia democrática, el reconocimiento de que el adversario ideológico puede tener razón, que son los fundamentos de los regímenes pluralistas, no caben en los esquemas religiosos de quienes están persuadidos de que la verdad es una sola y cualquier desviación representa un torcimiento del mensaje divino. Así las cosas, no resultaría concebible que ingresara en Europa, en la Europa laica de las grandes libertades civiles, un país cuyos mandatarios pertenecen a un partido que se dice religioso y que acepta por tanto la supremacía del derecho divino sobre el contrato social que nos damos los hombres para coexistir pacíficamente unos con otros. Turquía debe permanecer, en definitiva, fuera de la Unión Europea mientras sus ciudadanos deseen seguir siendo una teocracia.