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Ponferrada

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NO HEMOS aprendido nada. El Consejo del Bierzo acaba de cumplir sus primeros quince años de vida sin sacudirse la polémica y lo que es peor para la institución, sin que las competencias de gobierno que gestiona sea lo suficientemente importantes como justificar tanta tinta y tanto papel gastado en contar su evolución. No hemos avanzado mucho, no. Hace cuatro años estábamos prácticamente en el mismo lugar donde estamos ahora. En medio de la polvareda y con la promesa de que el nuevo presidente del organismo daría un impulso definitivo a la descentralización desde la Junta de Castilla y León. Hace cuatro años, el relevo de Jesús Esteban por Ricardo González Saavedra fue traumático para el PSOE, con escenas de división interna que dejaron en entredicho al partido, a sus dirigentes y lo que es peor, a la institución comarcal. Cuatro años después, cambian los protagonistas y cambian los detalles de la polémica, pero la institución sigue sin levantar cabeza y la desconfianza que genera en los bercianos se mantiene, después de que los consejeros de Ponferrada, Cacabelos y Toral de los Vados, los más reacios a seguir la estrategia de la Ejecutiva Comarcal que lidera Antonio Canedo, se ausentaran de la sesión plenaria que debía aprobar el nuevo organigrama. Aunque los afines al sector oficial atribuyen su desplante a una pataleta por un reparto de cargos que les dejaba al margen, resulta difícil de explicar que una institución todavía en pañales, sin presupuesto propio y con unas competencias que todavía están lejos de la idea con la que nació la década pasada, comience el nuevo mandato creando un órgano de coordinación cuyas decisiones no serán vinculantes y que podría obligar a reservar cien mil euros al año para pagar un sueldo de hasta 1.200 euros a sus integrantes. Los más críticos hablan de despilfarro. El anterior presidente, zarandeado porque no ha querido soltar las riendas de la agrupación socialista de Ponferrada después de perder las elecciones municipales, aprovecha para cobrarse algunas deudas y dicen lo que muchos piensan; que los siete sueldos de la Junta de Coordinación (cinco si no se cuenta el presidente y la vicepresidenta, que cobran a parte) son dedicaciones exclusivas encubiertas. No se entiende, no, que José Luis Ramón, con una dedicación parcial como alcalde de Cubillos, anuncie que la dedicación exclusiva de 3.700 euros que cobraba Saavedra, se la repartirá ahora con su vicepresidenta, y a continuación se saque de la manga un órgano sin poder de decisión, cuyas funciones bien pudiera desempeñarlas la actual Comisión de Gobierno, y que además cuenta con un informe desfavorable de la Intervención porque supone un gasto desproporcionado y el Consejo no dispone de la provisión de fondos necesarios, a no ser que la Junta les conceda más dinero. No se entiende, no. A no ser que se vea al nuevo órgano como un caramelo para calmar el paladar de quienes no han encontrado acomodo en otras instituciones -tanto en el PSOE como en el PP, que tendrá tres integrantes- y su primera aspiración política sea un sueldo, y después ya veremos. Entonces todo encaja.