HISTORIAS DEL REINO
El retorno del imperio
CONFIESO que utilizo habitualmente la controvertida León-Astorga, y, como cualquier leonesa al volante, imagino, cada vez que topo con una obra, que quienes diseñaron y acabaron este bodrio de autopista terminaron sus estudios con Mortadelo, y en el claustro de profesores contaban con Pepe Gotera y colegas. Otro tanto podríamos decir de esa montaña rusa que llamamos ronda sur. Cómo te sube y baja el ánimo mientras pruebas la resistencia de los amortiguadores del coche. Ahora, en el orden de chapuza hispánica, versión leonesa, aparece el nubarrón de la dichosa línea Lada-Velilla. El asunto rememora los gloriosos tiempos de don Paco, ese gallego que destrozaba valles mientras la propia asolaba joyerías. En el fondo de tanto tajo, el bien de España, del conjunto de la nación. Mucho ha llovido en la democracia de este país desde que descansa en su particular Escorial, pero no por ello dejamos de asistir a proyectos de desafueros similares. Aducen los interesados que Europa ha salido en defensa de la necesidad de interconectar eléctricamente el Continente, en el Programa de Redes Transeuropeas de la Energía figuran ya tanto la Soto-Penagos como la Lada-Velilla, de la que alegan que aportará ventajas notables para «el medio ambiente». Vamos, toda una oportunidad inmejorable que sólo los más tontos -léase nosotros-, dejaríamos escapar. Qué importan las aves, los montes, pastos, el hábitat de milenios, si todo ha de someterse a los ciclos combinados de Endesa, el puñetazo capón de Red Eléctrica Española y a los emisarios de Europa. Planea el fantasma de los apagones barceloneses, de las carencias de otros territorios, cuya media de riqueza por ciudadano duplica a la de los leoneses que, como siempre, han de ceder lo suyo en beneficio del que siempre se beneficia y encima creerse que, con una palmadita en los hombros y un par de personajes de relumbrón cortando cintas, ya tienes todo el reconocimiento debido al sacrificio. Si las personas que todavía sobreviven, como pueden y les dejan, en las montañas del norte de nuestra provincia hubiesen agachado la cerviz ante las águilas imperiales de Red Eléctrica Española, unos valles únicos hubieran sido claveteados por torres de alta tensión, cual insectos en un corcho de escuela a mayor gloria del diseñador de la barbarie, en pro del beneficio común de otros -nunca de nosotros-, en loor de una empresa que piensa en dinero y no en medio ambiente y que desoye otras posibilidades menos gravosas para hombres, animales y geografía. Ya está bien de dar y nunca recibir. Si quieren electricidad que planteen un recorrido no lesivo, como los nuevos que se construyen en Europa, que suelen coincidir con los de las grandes redes de comunicación, autopistas y ferrocarriles, para no reventar dos veces los valles. Si quieren beneficios, que dejen aquí un tanto por ciento en forma de canon energético o de ventajas fiscales para toda empresa que busque instalarse en el norte español. Si no es así, recordad, hijos de los astures de la montaña, la vieja enseñanza de la guerra en versión económica y europea: «Si quieres línea, elige otro recorrido y paga».