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Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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ENTRE EL NO Y El sí de Rajoy hay en este caso una simple reafirmación. Cuando se le preguntó hace no más de dos semanas por la convención popular que había anunciado Gabriel Elorriaga, portavoz del PP, Rajoy respondió que no sabía nada de ese asunto, viniendo a añadir que no había a la vista ninguna convención. Pero ha bastado que la junta directiva nacional le haya proclamado por unanimidad candidato a la Presidencia del Gobierno, disipando rumores sucesorios, para que un Rajoy reafirmado en su liderazgo decida ahora celebrar una convención que relance la campaña electoral del PP. Es habitual en los partidos la organización de ceremonias multitudinarias cuyos efectos mediáticos aumenten su proyección política ante los ciudadanos. Reafirmado Rajoy como estandarte único del PP, ahora es lógico que intente sacar a su partido del aislamiento en que se ha visto reducido. Todos los grupos parlamentarios se reunieron para pedir al popular que no siga impidiendo mediante una actitud de bloqueo la renovación de los miembros del Consejo General del Poder Judicial que llevan diez meses en situación interina, en prórroga absurda de mandato. Al reunir a todos los grupos, excepto el del PP, el PSOE intentaba reforzar cuantitativamente la aspiración cualitativa de que el Poder Judicial funcione debidamente. Pero la respuesta del PP, como única voz disonante de la sintonía general, insistió en que los demás sólo pretendían el dominio sobre el poder judicial, a lo que iban a oponerse. Necesita el PP la catarsis de una convención en la que aparezcan rostros nuevos, extraídos de la cantera popular, junto a esos cuadros de acreditado prestigio pero de escasa visibilidad pública que ha elegido ya Rajoy para ir elaborando un programa atractivo que ilusione a los ciudadanos. Porque el partido no puede vivir en un ¡ay¡, a la espera de que al Gobierno le vayan mal las cosas, que podrían efectivamente enrevesárseles de aquí a las elecciones, pero sin descartar la posibilidad de que nada o casi nada empeore, ni siquiera las relaciones del vicepresidente Solbes con los ministros del gasto social, más pedigüeños que un fraile antiguo. Solbes regresaba al redil del optimismo económico, sin rebajarlo con sugerencias sobre incertidumbres, tal vez porque ahí están sin necesidad de mencionarlas. La convención del PP será apoteósica, pues estas ceremonias se organizan para la apoteosis y la catarsis, y podría verse tras su celebración si el partido despega hacia expectativas más esperanzadoras que las actuales. Rajoy ya ha dado su visto bueno a una convención que hace unos días negaba y rechazaba, demostrando que a partir de ahora el visto bueno a toda iniciativa del partido, menos a la de distanciar ostensiblemente a Acebes y Zaplana, corre de su cuenta. (Los avales de Zaplana y Acebes son todavía palabras mayores).