Diario de León

CRÓNICAS BERCIANAS

El rebaño comarcal

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León

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ME REVIENTAN los profetas. Pero el que rubrica la crónica ya lo presagió en la víspera del día grande de La Encina. «¡Que no cante, por favor que no cante!», se persignaban algunos cargos populares sabedores del perfil ciclotímico de Estanga y su personalidad mutante. Y vaya si cantó. Los que no lo conocen pudieron pensar que se había comido un kilo de tripis y que tanto agua entre puyazo y puyazo antizapaterista era para ahogar la resaca lisérgica. Pero el alcalde de Oencia simplemente amaneció más egocéntrico de lo normal y mudado en trasunto filial del «hijo del Carpintero». Y claro, a ver si teniendo línea familiar directa con el creador iban a ser el obispo o don Antolín los guapos que le pusieran un bozal. Lo de Estanga sólo puede llamar la atención donde comienza el país de los topillos. Aquí no debería merecer ni una línea más -ya me estoy arrepintiendo- salvo si los frikis empiezan ahora a ser noticia de primer plana. El estrambote del regidor de Oencia sólo puede considerarse una metáfora histriónica de los últimos acontecimientos en el rebaño político comarcal, entre el que se presume la existencia de cabezas más o menos serias. La crisis en el PSOE es el mejor ejemplo. En el Consejo Comarcal primero organizan la gran estampida y esta misma semana, tras los expedientes disciplinarios de rigor por parte de la provincial -que por cierto no habría podido actuar más ecuánimemente si tenemos en cuenta lo ocurrido en la misma línea hace cuatro años con los alcaldes de Bembibre, Barjas y Carucedo-, vuelven al redil tras un bochornoso espectáculo que sólo contribuye a deteriorar la imagen pública y peseteril de la institución que parecía que ya había tocado fondo bajo la gestión de Saavedra. Para ese viaje, dicen, no hacía falta alforjas. Al portavoz de Ponferrada y secretario general del partido, por cierto, parece que le siguen creciendo los enanos. Ahora con la oscura dimisión de su concejala número seis va y levanta la tapa de la cloaca de la formación. Muchos en su partido creen que él no es el mayor culpable de los descrédito de la organización. Y se ciscan en el gran Conrado, que aún no se sabe porque sigue avalando y supuestamente guiando su estrategia, y en el hombrecillo azul y sus adláteres, como principales diques para iniciar una renovación que lleve a la claudicación de un Riesco cada vez más crecido no ya por su gestión sino por los desatinos cada vez más supinos de sus antagonistas. La renovación, cierto también, no puede llevar la vitola de Pedro Nieto como parece pretender la comarcal y la provincial. Pero me consta que en el socialismo autóctono hay gente joven y preparada que podría inspirar a la catarsis. Lo que pasa es que los «dinosaurios» les asustan. Casi tanto como a las momias los vientos frescos. La grey política comarcana desfiló hace poco más de una semana tras la imagen de la patrona, y hay quien cuenta que creyó ver a la Morenica llevándose el pulgar y el índice sobre la pituitaria. El sol abrasaba las alcantarillas y muchos cargos públicos iban sin gorra. Lo de Estanga no se soluciona ni con una pamela tipo Ascott. Quiere arreglar España y su pueblo está hecho mierda.

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