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CÉSAR A. DE LOS RÍOS
León

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PASO A paso, golpe a golpe, el Gobierno de Zapatero va levantando su nuevo modelo de Estado al tiempo que va costeando el proceso a costa de los presupuestos. A la vista de los procedimientos utilizados por aquél, ¿seguirán algunos avispados teóricos calificándole de eterno adolescente, buenista o temerario? La calificación de retorcimiento de conducta por parte de Rodríguez Zapatero en las soluciones que está dando estos días al presupuesto estatal por lo que se refiere a Cataluña y Andalucía tendría que ver más con el psicologismo que con el maquiavelismo de bajo nivel. Estamos ante una estrategia muy bien calculada según la cual el proyecto plurinacional va llenándose de contenido económico. Entre la 'realidad nacional' andaluza y la nueva 'nación' catalana se llevan ocho mil millones de euros que es tanto como decir una buena parte del dinero de las demás comunidades. El País Vasco aparte. Este no entra en el reparto convencional, es la excepción basada en unos fueros que no por ello nos ahorran las exigencias independentistas. La arbitrariedad del Gobierno es total. No se ampara tras disimulo alguno. Las 'razones' con las que el Gobierno central justifica el trato privilegiado a Andalucía y a Cataluña son absolutamente contradictorias. En el primero de los casos el Gobierno de Zapatero se atiene al argumento de la población (ocho millones de habitantes) mientras en el segundo caso se ampara en la aportación de la comunidad a la riqueza global. Como se ve, Solbes ha resuelto, sin escrúpulos, las contradicciones que pudieran derivarse de la aplicación de unos u otros argumentos: ya se tratara de la población (Andalucía), la extensión del territorio (las dos Castillas) o la contribución a la generación de riqueza (Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana). Las razones con las que se justificará el reparto de los dineros públicos en realidad serán aquellas que convengan en cada caso y no serán otras que las electoralistas. Cataluña y Andalucía son los graneros de votos de los que van a depender los resultados de las legislativas de marzo. Esa es la verdadera razón por la que lo válido en Cataluña deja de serlo en la Comunidad Valenciana o en Madrid y Andalucía. ¿Será este el precio, en todo caso, del nuevo modelo plurinacional? Ni siquiera. El independentismo es ya un hecho de calle en el País Vasco y muy pronto una cuestión de referéndum. Mientras, en Cataluña, Convergencia se plantea lo que califica como refundación del nacionalismo. ¿Y Zapatero? A buen seguro no les defraudará en los objetivos más audaces.