EL BALCÓN DEL PUEBLO
Pasión por aprender y enseñar
EL PRESIDENTE de la Junta, Juan Vicente Herrera, estuvo el lunes en nuestra ciudad. Acudió al Aula Magna de la máxima institución docente leonesa para presidir la inauguración de curso de las universidades de Castilla y León. El acto fue televisado en directo y tuvo el brillo de los metales y sedas que suele otorgarle el maestro de ceremonias, al que no se le escapa ni un guiño. Lo vi en su integridad. El presidente Herrera hizo diferentes recomendaciones a las universidades, anunciando que podrían incrementarse los fondos destinados para investigación y que de la calidad de esa investigación dependerían los incrementos financieros. Pedir calidad y excelencia está bien. Todo antes que tolerar que una universidad de Castilla y León, sobre todo las jóvenes, puedan acabar siendo una simple academia. Pero en el discurso de Juan Vicente Herrera se transfería la responsabilidad de los resultados universitarios a los equipos gestores. Mejor dicho, equipos rectores. Vamos, como si la Junta no tuviera nada que ver en la actual asignación de recursos a las universidades. Y no es tal. Todos sabemos que la Universidad de León recibe mucho menos por alumno que las de Valladolid o Salamanca. Ese pulso, sostenido con vigor y fortaleza, acabó determinando la dimisión del anterior rector, Julio César Santoyo. En el discurso de Juan Vicente Herrera, lo que más eché en falta es que la Junta asuma la responsabilidad que tiene. Por ejemplo: en cómo llegan actualmente una gran parte de los alumnos a la universidad. Han pasado por la enseñanza media, pero la enseñanza media no ha pasado por ellos. La enseñanza media es responsabilidad de la Junta de Castilla y León. Y la situación que describen la mayor parte de los profesionales es desastrosa. Faltan profesores, apoyo a los mismos, y falta motivación. La dirección política es meramente burocrática. Sólo está atenta a cumplir cifras y estadísticas. Incluso aprobando en falso. De esta manera, una gran parte de alumnos pasan de curso en curso sin pena ni gloria. El más importante factor y principal componente educativo es el profesor/a. Mucho más importante que las inversiones en cemento y brea, que los gastos en dotaciones y que las estadísticas. En el discurso habitual de los políticos de la Junta, incluido su presidente, se echa de menos el apoyo al profesorado. A la pasión por la profesión de enseñar, que es exactamente lo más decisivo. Se puede ver y sentir en la maravillosa exposición sobre las misiones pedagógicas que se exhibe en el Museo de León. Es nostalgia en papel sepia. Una lengua de las mariposas bebiendo agua fresca en el río. Nos muestra a aquellos hombres y mujeres que hace 75 años eran unos grandes profesionales de la Educación. Pero, sobre todo, eran unos apasionados de la labor docente. Auténticos misioneros. Por eso los actuales responsables educativos deberían imitarles. Mientras tanto, los leoneses tenemos la oportunidad de disfrutar con una de nuestras mejores tradiciones, con lo mejor de nuestro pasado: Pasión por aprender y enseñar.