EN POCAS PALABRAS
El florero
PRODUCE consternación observar cómo una mujer relativamente ilustrada, cogida en falta en el «caso Gescartera», trata de resucitar los viejos estereotipos de la mujer-florero para sacudirse la cuantiosa estafa. La propia imputada, Pilar Giménez-Reyna, hermana de quien era secretario de Estado de Hacienda cuando se descubrió el pastel, reconoció ante el tribunal que no le importa ser considerada en este asunto una «mujer-objeto». No hace falta decir que la presencia de una Giménez-Reyna generó confianza en la clientela, después burlada, de Gescartera. Y que si fuera cierto que no se preocupó de asegurarse de la solvencia de la empresa, es claro que debió haberlo hecho, ya que su culpa objetiva es incuestionable: hombre o mujer, el rostro de la estafa fue un elemento necesario en la comisión del delito.