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Publicado por
GONZALO OCAMPO
León

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EL AGOBIO, la insalubridad, las incomodidades e incluso la inseguridad parecen haberse enraizado en las ciudades al compás del tráfico interior. Es la consecuencia de la divergencia profunda entre dos vectores determinantes: el crecimiento incesante del parque de automóviles con sede urbana, de una parte, y de otra parte la insuficiencia de viales para un régimen fluido de circulación, como de espacios aptos para su estacionamiento. Al paso del tiempo, a falta de medidas racionales se agranda aquella divergencia y se agravan los problemas, hasta que su dimensión ahoga la ciudad. Los gobernantes municipales sienten el asedio del tráfico como cuestión que preocupa e irrita a la ciudadanía, temen los descontentos que causa cualquier cambio o limitación que pueda afectar al tráfico de cada día y más si afecta al uso del vehículo de particulares. Es lo cierto que la sobreabundancia de automóviles sobre las calles y su uso sin tasa hacen ilusorio cualquier plan de sostenibilidad cuando se pretende racionalizar el tráfico, sosegar el tráfico, calmar el tráfico, en definitiva limitar el tráfico. Igual ocurre con las proclamas acerca de las bondades en el uso de la bicicleta, que se vuelven vacías en tanto no se habiliten carriles bici, siendo claro, por lo demás, que las aceras sirven al caminante, con exclusión legal de otros usuarios. Hoy es utópico plantearse las ciudades libres de coches aun siendo buena intención de urbanistas, para hacer las ciudades más habitables y humanizadas. ¿Y los transportes colectivos de viajeros? Es buen punto de partida si la oferta tiene calidad en relación con la demanda ciudadana de frecuencia de viajes y tiempos racionales de duración, con la suficiencia de itinerarios, vehículos atractivos, buenos conductores y las prioridades del carril bus. Tantas aristas hacen fatuo decir que las soluciones son fáciles. Sirva no obstante recordar que, al hilo de la vigente Ley de Seguridad Vial, detentan las alcaldías todas las facultades precisas para gobernar el tráfico urbano: determinar planes de ordenación, dictar ordenanzas y hacerlas cumplir a través de los cuerpos de policía local.